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Pedro de Tena

Sonrisas y lágrimas

Llórese hoy, que toca, pero a seguir trabajando, a resistir, a ser la capital real de la España real.

"Somos ya la capital del dolor que hubiera cantado Eluard", dijo el gran madrileño Umbral revolviéndose en su tumba contra la "horterada" necesaria de unos juegos, al parecer, prohibidos para la capital de España. Vengan lágrimas. El río Manzanares son lágrimas corrientes y el estanque del Retiro, un llanto varado. Pero recuérdese el epitafio de Cela en Iria Flavia: "El que resiste, gana". Madrid ya gana: ha ganado el corazón de la mayoría de los españoles por sus abiertas avenidas, por ser la primera comunidad de España en competencia y progreso, por practicar la tolerancia y la cultura. Llórese hoy, que toca, pero a seguir trabajando, a resistir, a ser la capital real de la España real. Madrid no es la ciudad donde muerden el polvo millones de cadáveres del COI. ¿Olimpismo verdadero? Tras las lágrimas. Como decía Bretón, "¡qué horror, a Madrid me vuelvo!".

No sólo lloró Madrid. También sollozó Griñán, José Antonio, el sucesor sucedido en un alarde insólito de democracia sin votos. Era difícil dejar Andalucía peor de lo que la dejó Manuel Chaves, pero lo consiguió. No sólo espesó la tela de araña socialista sobre el cuello andaluz, la de la pobreza y la de la corruptela, sino que quedó atrapado por ella. ¿Por qué lloraba Griñán? ¿Por no haber sabido defender el Sur como Boabdil no defendió Granada? ¿Por pasar a la historia como un pingajo político? ¿Por haber dejado Andalucía con más de un millón de parados, la tasa de paro más alta de la historia, y unas redes de corrupción inaceptables? ¿Por haber tenido que dejar el machito? ¿Por el gozo de entregar Andalucía y su partido a una Susana, chaconista, que ya es de nota, zapateril, que es de matrícula, y aversa a las urnas, que es el colmo? Lágrimas en este régimen de las malicias en que se ha convertido el Sur porque nos falta libertad, perla de los días, oh, Cernuda.

Pero siempre hay sonrisas. La del hondo Madrid, capital por libertades y amplitudes, acto espiritual orteguiano que constituye la capital de una nación que se resiste a ser eliminada de la Historia. La del regurgitado Zapatero, que Dios guarde con siete llaves, sonrisa ya canosa que vio cómo el PSOE andaluz, por mano de su Bellido Dolfos Griñán, pasaba de un plumazo al servicio de su causa dejando a Rubalcaba al borde del ataque y no sólo de nervios. Sonrisa obscena la de algunos idiotas de la independencia pueblerina. Y para toda España, la sonrisa de Rafael Nadal, que ahora, tras haber lucido a su Madrid de elección en los altos de Flashing Meadows, se dispone a pelear por el número 1 del tenis mundial con esa naturalidad y sencillez de los grandes. Esa es la sonrisa ejemplar, la del que se empeña en ser bueno y no pierde el tiempo en criticar a los malos. Pues a ello, España.

En España

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