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Pedro de Tena

¿Y si aparece el cadáver de Marta?

¿Qué pasaría si la familia de Marta por un milagro de la vida o un azar inesperado halla el cuerpo de Marta en el Caño de Camas? ¿En qué agujero negro de la historia de España se meterá Zapatero?

En los libros de preceptiva literaria, algunos los hay buenos, se dice que una de las preguntas que dan lugar a grandes y pequeños relatos es: ¿Qué pasaría si...? ¿Qué pasaría, por ejemplo, si amanece una mañana y el Guadalquivir sevillano se ha evaporado? ¿Qué pasaría si Cádiz se levanta sin playa que mirar? ¿Qué pasaría si todas las Giocondas del mundo, el original y sus miles de copias, dejaran de sonreír para exhibir una nueva tristeza, visión que dio origen a un relato de Garci que leí cuando joven? ¿Y qué pasaría si, mañana, o pasado, o la semana que viene o la otra la familia de Marta del Castillo, por la razón que fuese, encuentra a Marta con sus picos y sus palas?

Dice el gran Paco Pérez Abellán que no hay un caso igual en la historia del crimen europeo. Habiendo como hay centenares o miles de desaparecidos, nunca una familia había continuado la búsqueda del familiar una vez agotada las pesquisas oficiales. Pero esta vez, el abuelo, los padres, los familiares y los amigos, pico y pala, pena y llanto, cielo e infierno, se han armado éticamente con el arma más grande jamás inventada contra un gobierno: la dignidad.

Todos, partidos, sindicatos, asociaciones varias, empresas, periodistas, Iglesias, equipos de fútbol y otros deportes tienen mucho que pensar. Cualquier acto de partido, un mitin cualquiera, cuesta millones de pesetas, varios. El importe mensual de las comidas diarias de un partido con representación parlamentaria –ningún dirigente político come habitualmente en su casa–, ascienden a varios millones de pesetas. Dígase alguna vez si se tiene vergüenza. Los sindicatos reciben subvenciones millonarias, no sólo por ser agentes comerciales de cursos de formación, sino incluso para sus gastos corrientes. Hasta 25 millones de pesetas en un solo año en Andalucía. Equipos de fútbol que se gastan miles de millones en fichajes, en boatos... Todos hemos de reflexionar. ¿Qué cuesta remover la tierra de la finca donde esta familia cree que está enterrada su hija?

¿Qué pasa con el Estado, ese frío monstruo, el más frío de todos los monstruos para Nietzsche, que abdica de su deber y su responsabilidad de investigar y privatiza la búsqueda de Marta en la persona colectiva de sus familiares mientras gasta lo que la da la gana en cualquier cosa? No voy a poner ejemplos porque daría vergüenza ajena. Hay cúpulas que sangran en la memoria, hay negocios con tiranos que lloran por las esquinas de la decencia.

¿Qué pasaría si la familia de Marta por un milagro de la vida o un azar inesperado halla el cuerpo de Marta en el Caño de Camas? ¿En qué agujero negro de la historia de España se meterá Zapatero? ¿En qué invernadero pastará Rubalcaba para no ser recordado como el ministro del Interior que no hizo lo que debió? ¿En qué cloaca se ocultará el delegado del Gobierno en Andalucía, el señor López Garzón? ¿En qué cárcel interior se pudrirán los políticos que no han dicho una palabra sobre Marta mientras consideran héroes a jueces ateos de la justicia o vitorean las tiranías? ¿En qué círculo del infierno de Dante aparecerán quienes han sido indiferentes ante Marta y su familia disponiendo de medios para ayudarlas? ¿En qué vomitorio se esconderán los que saben mucho más de lo que han dicho en el caso Marta?

Pues pasaría que la familia de Marta descansaría en paz, que la ciudadanía española saldría reconfortada y que, naturalmente, quedaría en evidencia la inutilidad de un Estado con nombres y apellidos y por orden jerárquico, que, a pesar de quedarse con la mitad de lo que ganamos los asalariados, es incapaz de resolver lo que debe resolver.

Remover un trozo de tierra de pocas hectáreas no cuesta mucho. Sólo unos cientos de euros. Miles, pocos, si son muchas. Pero eso no es dinero. Eso lo recaudamos en un santiamén entre todos. Lo que nos falta es iniciativa, hasta en el dolor, hasta en la pena, hasta en la solidaridad. Y por ello, va la familia de Marta y sus amigos a esa finca, cuyo propietario les ha dejado buscar, y buscan con palas, palines y soletas a su querida Marta.

¿Pa qué queréis mi voto si no escucháis mi voz?, coreaban los amigos y parientes de Marta en la última manifestación cívica. Qué vergüenza.

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