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Pedro Fernández Barbadillo

La emoción de Pujol y Roca al aprobar la Constitución

A los diputados catalanistas no se les caía de la boca la expresión “unidad de España”, nunca para negarla, sino para, según ellos, mejorarla y reforzarla.

Los dirigentes del catalanismo, de derechas o de izquierdas, han abandonado las disquisiciones, el doble lenguaje y los camuflajes y se han revelado como separatistas. Jordi Pujol, representante del Estado español en Cataluña durante los 23 años que presidió la Generalitat, se ha pronunciado a favor de la independencia. Y Miquel Roca, portavoz de CiU en el Congreso y abogado de la infanta Cristina de Borbón, ha declarado que se ha "roto" el espíritu constitucional.

En estas circunstancias creemos que conviene recordar las palabras de los principales diputados catalanes que participaron en los debates de las Cortes Constituyentes. En esos años a los diputados catalanistas no se les caía de la boca la expresión "unidad de España", nunca para negarla, sino para, según ellos, mejorarla y reforzarla en un sentido más profundo y espiritual que el del tradicional centralismo.

En los debates públicos celebrados en las Cortes todos coincidían en que con la Constitución del consenso y el Estado de las Autonomías comenzaba un período de concordia y fraternidad entre los españoles.

En un debate celebrado el 5 de mayo de 1978, Miquel Roca dijo:

Desde mi perspectiva nacionalista no puedo dejar de constatar, no sin emoción, que hoy coincidimos todos en la voluntad de poner fin a un Estado centralista; coincidimos todos en alcanzar, por la vía de la autonomía, un nuevo sentido de la unidad de España; y coincidimos casi todos en dar al reconocimiento de la realidad plurinacional de la nación española el sentido de un punto final a viejas querellas internas, que sólo han servido a los enemigos de la democracia y de la libertad.

En otro debate, del 12 de mayo, Roca dijo:

quiero adelantar, para los que alguna duda tengan en este sentido, que no estará en el ánimo de una nacionalidad como la catalana el intentar sostener que otras lo sean. Que cada cual decida lo que sobre su propia conciencia colectiva tenga razón de ser, pero no nos vamos a interferir en el proceso de la libre formación de estas futuras comunidades autónomas.

Ahora, por el contrario, los desprecios de los catalanistas a otras comunidades son constantes; encima reclaman que se limiten las competencias ajenas, como la bajada del Impuesto de Sucesiones, realizada por comunidades gobernadas por el PP.

Más frases de Roca.

La unidad de la Nación española, la nación-Estado, fundamentada en esta realidad, en la diversidad de nacionalidades y regiones que la integran, encuentra su último complemento, el trípode perfecto, en la solidaridad entre todas ellas. Estos son los tres ingredientes.

Nación de naciones es un concepto nuevo, es un concepto –se dice– que no figura en otros Estados o que no figura en otras realidades, quizá sí; pero es que, señores, ayer ya se decía que nosotros tendremos que innovar.

En el debate en que el Congreso aprobó la Constitución, el 31 de octubre de 1978, Jordi Pujol, en nombre de la Minoría Catalana (y tan minoritaria: sólo 11 diputados de los 47 catalanes), anunciaba la estructuración definitiva de España gracias a las nacionalidades.

(…) queremos manifestarles, en nombre de nuestra Minoría, que de la misma forma que hemos conseguido –digan lo que quieran sus detractores– un cambio importante en el país, equilibrado y al propio tiempo profundo, nosotros, con la ayuda de ese gran instrumento de la Constitución, conseguiremos lo que les decía: consolidar la democracia, marchar adelante en el camino de la justicia y estructurar definitivamente España, de acuerdo con la realidad de sus diversas regiones y diversas nacionalidades.

En ese mismo debate del 31 de octubre Joan Reventós, presidente del grupo parlamentario de los Socialistas de Cataluña (luego integrado en el PSC-PSOE), prometió el respaldo sin fisuras ni reservas de los catalanes a la Constitución:

Señor presidente, señoras y señores diputados, en este momento, sin duda histórico para nuestra incipiente democracia, mi grupo, Socialistas de Cataluña, quiere concluir sus palabras proclamando desde esta tribuna (…) su más decidida voluntad de salvarla, siempre y frente a cualquier amenaza, de la ambición autocrática. Nosotros recabaremos para ella, y mientras dure su vigencia, el apoyo consciente de nuestro pueblo de Cataluña, para el cual la Constitución no puede ser un mero trozo de papel, sino el símbolo de la democracia triunfante, de la autentica Generalitat recobrada, y el estímulo para lograr cuanto antes una Cataluña, libre, próspera y sin clases, solidariamente unida a toda esa nueva España renacida por la que también luchamos.

El diputado de UCD y funcionario franquista Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón se afanó en convencer a los españoles de que el término nacionalidad era inofensivo, una concesión sin importancia para conseguir que los nacionalistas se sintiesen cómodos. Un engaño que le salió bien. Así habló en el debate del 5 de mayo:

El proyecto que nos presenta la ponencia reconoce a España como tal nación de manera taxativa y eso, a nuestro juicio, es un principio irrenunciable; y, al atribuir al pueblo español en su conjunto la soberanía nacional –y ahí está la importancia del término–, excluye toda posibilidad de separatismo legal, puesto que reconoce un solo sujeto de autodeterminación. Pero, al lado de este principio de autodeterminación, el proyecto de Constitución reconoce un principio de autoidentificación de aquellos hechos diferenciales con conciencia de su propia, infungible e irreductible personalidad. A esta autoidentificación es a lo que, a nuestro juicio, corresponde la expresión de "nacionalidades" que aparece en el artículo 2º de la Constitución, y la España que de esta articulación surja será, como decía hace muchos decenios Prat de la Riba, la resultante viva y vigorosa de todos los pueblos españoles.

Como ya contamos hace menos de un año, el entusiasmo de los catalanes con la Constitución fue tal que en el referéndum del 6 de diciembre de 1978 la provincia de Barcelona superó a la de Madrid en papeletas con el . El porcentaje de votos favorables fue del 91% de los válidos. Desde luego, hubo mucho más enardecimiento en Cataluña con la Constitución española que con el nuevo estatuto refrendado en 2006, cuando la participación quedó por debajo de la mitad del censo.

La actitud actual del catalanismo carga de razón la cita que en uno de esos debates hizo un diputado de Alianza Popular de unas palabras de Nicolás Pérez Serrano, académico y redactor de de la Constitución de 1931:

Un pueblo avasallado por un Estado incomprensivo, una minoría nacional aherrojada por un poder despótico, son cosas enteramente distintas de un núcleo provincial y vanidoso que ahíto de proteccionismo presume de nación oprimida para consolidar sus privilegios y para seguir explotando sus mal llamados tiranos.

En estos años, hemos retrocedido no hasta 1978, sino, quizás, más lejos todavía.

@pfbarbadillo

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