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Pedro Fernández Barbadillo

Los democristianos, aliados de Pinochet

El expresidente Frei y la mayoría de su partido celebraron el golpe y lo justificaron ante sus correligionarios y el mundo entero.

El expresidente Frei y la mayoría de su partido celebraron el golpe y lo justificaron ante sus correligionarios y el mundo entero.

Hasta los años 60, los golpes de Estado en Iberoamérica eran más bien cuartelazos y pronunciamientos dirigidos por uno o varios militares ambiciosos. A partir de esa fecha, debido a la amenaza imperialista marxista a través de los cubanos, las doctrinas inculcadas por Estados Unidos, el fracaso de los sistemas de partidos tradicionales y la sensación de fracaso colectivo en muchos países, se generalizaron los golpes de las Fuerzas Armadas como institución. La dictadura militar de izquierdas que se instauró en Perú en 1968 se denominó Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas.

El golpe producido en Chile el 11 de septiembre de 1973 es otro ejemplo: las tres armas, más el Cuerpo de Carabineros, dieron un golpe simultáneo contra un Gobierno socialista e instauraron un régimen con el plan de cambiar de raíz las bases políticas y sociales del país para instaurar una democracia autoritaria, protegida, integrada y de auténtica participación social (discurso de Pinochet en Chacarillas, 1977). En un país con gran respeto a la institucionalidad y donde la anterior crisis política había ocurrido en los años 20 y dio lugar a la Constitución de 1925, las Fuerzas Armadas no se habrían atrevido a un movimiento como el derrocamiento de Salvador Allende si no hubieran contado con un amplio apoyo civil y la ruptura de la legalidad por parte del Gobierno.

La política en Chile se había dividido en los años anteriores a 1973 en tres tercios: la derecha, formada por conservadores y liberales que luego constituyeron el Partido Nacional, el centro, encarnado en la democracia cristiana, y la izquierda, que comprendía desde los socialistas al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), que ya en 1965 optó por la vía de la insurrección armada popular y practicó el terrorismo.

La democracia cristiana, víctima de Allende

El partido más grande del país era entonces la DC. El primer presidente democristiano de América fue Eduardo Frei Montalva (1964-1970), quien obtuvo un 55% de los votos en las elecciones y ganó en la única vuelta electoral con mayoría absoluta, lo que no ocurría desde 1942. Su alto número de votantes se debió a que la derecha abandonó a su candidato y se volcó en Frei para impedir la victoria del socialista Allende (antisemita, racista y partidario de la eugenesia), que se presentaba por tercera vez.

Como no se podía presentar a la reelección el presidente en ejercicio, cada bloque acudió a las elecciones de 1970 con un candidato: Allende, por cuarta vez, por la coalición Unidad Popular, el expresidente Jorge Alessandri por la derecha y Radomiro Tomic por la DC. Venció Allende por menos de 50.000 votos a Alessandri, pero sin alcanzar la mitad más una de las papeletas, por lo que la elección correspondía al Parlamento.

En esa elección parlamentaria, los diputados y senadores democristianos votaron en bloque a Allende, con la condición de que incluyera en la Constitución un Estatuto de Garantías Constitucionales. El texto se lo presentó a Allende el senador democristiano Patricio Aylwin y Allende lo firmó, aunque con la reserva mental, como reconoció más tarde, de no cumplirlo.

Los democristianos habían calculado que podían repartirse el poder en un turno de partidos con la izquierda, dejando a la derecha como marginal. Sin embargo, la Unidad Popular empezó a aplicar su programa de transición "pacífica y parlamentaria al socialismo".

Aparte de las ocupaciones de fábricas y fundos, las confiscaciones, la formación de milicias (como el Grupo de Amigos del Presidente, GAP, que sustituyó a la guardia militar del presidente) y los atentados, el partido democristiano empezó a temer por su suerte cuando comprendió que el plan de la izquierda era absorber a su sector izquierdista y aplastar al resto. Además, en 1971 el grupo terrorista de izquierda Vanguardia Organizada del Pueblo asesinó al ministro del Interior de Frei, Edmundo Pérez Zujovic.

Como explicó años más tarde Aylwin,

sectores de PS (…) enturbiaban la convivencia nacional, la relación entre La Moneda y la oposición, y no ayudaban en nada al presidente. Practicaron la política de choque y de hechos consumados, no cabe duda. El lema era "Avanzar sin transar". Nunca nos miraron como eventuales aliados. Para que triunfara el socialismo en Chile había que eliminar a la DC.

Ante la marcha de la Unidad Popular, la DC se decidió a aliarse con la derecha y ambos grupos presentaron juntos una coalición a las elecciones parlamentarias de marzo de 1973, cuyo objetivo era la destitución de Allende. Obtuvieron un 55% de los votos, pero no suficientes apoyos parlamentarios. Además, un nuevo sector democristiano, la Izquierda Cristiana, se marchó del partido y se integró en la Unidad Popular, lo que ya habían hecho antes de las elecciones de 1970 quienes fundaron el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU).

La dirección de la DC tenía varios motivos de preocupación: el plan de instauración del socialismo y la imparable fragmentación del partido.

La carta de Frei a Mariano Rumor

En una sesión tumultuaria celebrada en la Cámara de Diputados el 22 de agosto de 1973, los diputados de la DC y del Partido Nacional aprobaron un texto en el que enumeraban las violaciones de la Constitución hechas por el Gobierno de izquierdas y reclamaban a los oficiales de las Fuerzas Armadas que cumplieran su juramento de defender la norma fundamental. Menos de dos semanas después se produjo el golpe de Estado.

Un hijo del general Sergio Arellano Stark, participante en el golpe y en la represión posterior, declaró:

Mi padre informó al expresidente Frei Montalva y yo hice lo mismo con Genaro Arriagada, con quien trabajaba en ese partido [la DC], del cual yo era militante.

La familia de Frei negó la explicación, pero es innegable que el expresidente y la mayoría de su partido celebraron el golpe y lo justificaron ante sus correligionarios y el mundo entero.

En octubre, el ABC publicó una entrevista hecha por el periodista Luis Calvo a Frei en la que éste aplaudía el golpe:

Los militares fueron llamados, y cumplieron una obligación legal, porque el Poder Legislativo y el Judicial, el Congreso y la Corte Suprema habían denunciado públicamente que la presidencia y su régimen quebrantaban la Constitución, los acuerdos votados en el Parlamento y las sentencias dictadas por jueces absolutamente extraños a la política.

Posteriormente, el político aseguró que Calvo había modificado sus palabras para aumentar su aprobación del golpe. Pero en noviembre, antes de cumplirse dos meses del golpe, Frei mandó una carta al presidente mundial de la DC, el italiano Mariano Rumor, para explicar la actitud de su partido y la suya propia.

Este país ha vivido más de 160 años de democracia prácticamente ininterrumpida. Es de preguntarse, entonces, cuál es la causa y quiénes son los responsables de su quiebre. Nuestro juicio la responsabilidad íntegra de esta situación -y lo decimos sin eufemismo alguno- corresponde al régimen de la Unidad Popular instaurado en el país.

Coincidiendo con los planes del general Pinochet para mantenerse en el poder, Frei se pasó a la oposición. Su último acto público fue su participación en un mitin en el Teatro Caupolicán para pedir el voto negativo en el referéndum de la Constitución de 1980. Poco después falleció en un posoperatorio, y aunque su familia ahora sostiene que pudo ser un asesinato ordenado por la dictadura, no hay pruebas.

Años más tarde, la DC volvió a aliarse con la izquierda en la Concertación por la Democracia y desde 1989 los presidentes democristianos (uno de ellos, hijo de Frei) ganaron con los votos socialistas, al igual que los presidentes socialistas lo hicieron con los votos democristianos.

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