Menú
Pedro Fernández Barbadillo

Los poderes del Rey

En un informe, se indicaba que el Rey no se recataba en criticar duramente a Suárez en sus conversaciones con personas y ambientes muy diversos.

Es lamentable tener que explicar todavía la diferencia entre un rey constitucional y un rey parlamentario: el constitucional interviene directamente en política, mediante la propuesta de candidatos a la presidencia y la retirada de confianza, así como la indicación de ministros o el veto a éstos; el parlamentario da consejos y si el primer ministro quiere los acepta o si no los rechaza.

Alfonso XIII fue ejemplo de monarca constitucional y los ejemplos más claros de su participación en el gobierno fueron el cese de Antonio Maura en 1909 por la campaña de la izquierda y los liberales contra el político conservador y el nombramiento del teniente general Miguel Primo de Rivera como presidente del Consejo de Ministros después de su pronunciamiento en 1923.

Juan Carlos de Borbón, nieto del anterior, adquirió esas costumbres durante su pupilaje por el general Franco. En el Gobierno de Franco constituido en 1969, Juan Carlos, recién aceptado como sucesor del caudillo en julio por las Cortes y nombrado príncipe de España, pidió al almirante Luis Carrero Blanco que persuadiese al ministro de Información y Turismo, Alfredo Sánchez Bella, que designase a Adolfo Suárez director general de RTVE. No fue ésa la única intervención de Juan Carlos en los Gobiernos franquistas.

Una vez proclamado rey, pasó a disponer de los inmensos poderes que la Ley Orgánica del Estado, unas de las Leyes Fundamentales del Estado del 18 de Julio, concedía al Jefe del Estado y que le acercaban más al presidente de la república de Francia que al rey de Suecia. Esa ley establecía que la prerrogativa de nombrar presidente de Gobierno correspondía al jefe del Estado, a partir de una terna elaborada por el Consejo del Reino (organismo creado por la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado de 1947). Los redactores de la LOE, Laureano López Rodó y Gonzalo Fernández de la Mora, pretendían conceder potestades al monarca, a la vez que impedir su desgaste.

Aunque ratificó a Carlos Arias Navarro a la muerte de Franco, unos meses después (julio de 1976) Juan Carlos le pidió la dimisión por motivos personales para sustituirle por alguien que aceptase desmontar el régimen. Por medio un mandado, el presidente de las Cortes, Torcuato Fernández-Miranda, manipuló al Consejo del Reino para que elaborase una terna en la que se incluyese a Adolfo Suárez, el ministro-secretario general del Movimiento en el Gobierno en funciones. Y así se hizo, aunque Suárez recibió menos votos (12) que los otros dos: Silva Muñoz (15) y López Bravo (14).

Cuando José María de Areilza y Manuel Fraga, que eran ministros en el Gobierno, junto con Suárez, se negaron a seguir a las órdenes de alguien a quien despreciaban, el Rey les telefoneó personalmente para persuadirles, pero sin conseguirlo.

Juan Carlos I había arrancado a Carrero la promesa de dimitir cuando falleciese Franco (lo que no fue necesario por su asesinato por parte de ETA), se había desecho de Arias y de Fernández-Miranda, había creado a Suárez, había intervenido en nombramientos ministeriales y gubernamentales, había convertido las Cortes ordinarias en constituyentes en su mensaje de apertura de la legislatura

La Constitución de 1978 suponía cambiar la monarquía poderosa diseñada por el Estado del 18 de Julio en una monarquía parlamentaria como el resto de las europeas, pero las costumbres, cuando arraigan en una persona y, además, se convierten en placenteras, son difíciles de romper.

El informe de Laína

Así lo prueba el testimonio del abulense Francisco Laína. Éste era gobernador civil de Zaragoza y había ocultado el origen terrorista del incendio del hotel Corona de Aragón en 1979. En junio de 1980, el ministro de Interior, Juan José Rosón, le nombró director general de Seguridad, puesto entonces importantísimo, porque de él dependía la Policía. Y en la noche del 23-F fue del Gobierno provisional mientras el Gobierno en funciones estaba secuestrado en el Congreso por el teniente coronel Tejero.

En los meses siguientes, a Laína le llegó tal información sobre maniobras políticas por parte del Rey que consideró su deber redactar un informe y presentárselo a su ministro en diciembre de 1980. Así se describe en la entrevista que concedió a El País en febrero de 2011:

En la segunda escena, el director de Seguridad del Estado con el Gobierno de la UCD le entrega al presidente Adolfo Suárez un informe confidencial elaborado por los servicios de información policiales. "Antes, se lo había pasado a mi ministro de Interior, Juan José Rosón, pero cuando lo leyó me dijo: «Paco, esto es muy duro. ¿Por qué no lo despachas tú directamente con Adolfo?»".

En el informe se decía lo siguiente:

"En el informe, de dos folios, se indicaba que el Rey no se recataba en criticar duramente al presidente Suárez en sus conversaciones con personas y ambientes muy diversos. Se añadía que el monarca expresaba abiertamente su disconformidad con decisiones adoptadas por Suárez y planteaba la conveniencia de un posible relevo del presidente. También se daba cuenta de una comida que el general Alfonso Armada, gobernador militar de Lérida y antiguo preceptor del Rey, había mantenido con el responsable de asuntos de Defensa del PSOE y número tres de ese partido, Enrique Múgica, en la casa del alcalde de esa capital, Antoni Ciurana [también socialista]. En el informe se aludía a los asuntos supuestamente tratados en esa comida y a los comentarios suscitados en torno al encuentro. Acudí a La Moncloa a finales de diciembre a entregar el informe. Después de leerlo detenidamente, Suárez guardó un momento de silencio y luego me dijo: «No me cuentas nada nuevo»."

Pocas semanas después, Suárez dimitía ante todos los españoles. Y en menos de dos años los socialistas alcanzaban el poder.

Temas

En España

    0
    comentarios