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Pedro Salinas

Montesinos, el hombre sin sombra

Lima-Un video que revela cómo el asesor presidencial Vladimiro Montesinos soborna al congresista Alberto Kouri para que traicione a sus electores ha corroborado el recelo de muchos: el verdadero poder fujimorista reside en el chantaje, la trampa y la corrupción.

Montesinos, maestro en el arte de la intriga, acusado de cargos gravísimos durante los últimos años, cultor de la "invisibilidad" y sospechoso de detentar el verdadero control político del régimen, ha impresionado hasta los más incrédulos y demostrado con creces que sus tentáculos casi no tienen límites. Su poder es absoluto. Ni el presidente lo puede tocar. A tal punto que Fujimori ha tenido que renunciar en vez de expulsarlo.

El prontuario de Montesinos es gordo y abultado. En 1976 falsificó documentos cuando estaba en el Ejército. En 1977 fue sentenciado en una corte militar por espionaje en agravio del Estado. A partir de 1978, una vez fuera de prisión, se dedicó a la defensa de narcotraficantes. En 1979 llega hasta alquilar casas para narcos colombianos. En 1983 fue detenido nuevamente bajo la presunción de haber vendido información a militares ecuatorianos y fue acusado de traición a la patria. Su foto adornaba las instalaciones militares con la advertencia de que estaba prohibido de ingresar. Al salir volvió a la abogacía y la defensa de narcotraficantes. En 1990, a través del funcionario del Sistema de Inteligencia Nacional (SIN), Francisco Loayza, conoce a Alberto Fujimori y se convierte en su asesor y lo ayuda a "resolver" unos problemas tributarios que comprometían su candidatura. En 1991, quince personas fueron asesinadas en una vivienda de Barrios Altos por el comando paramilitar Grupo Colina, integrado por agentes del SIN bajo las órdenes de Montesinos. En 1992, se convierte en el autor intelectual del autogolpe de Estado que encabeza Fujimori. Este hecho marcó la consolidación del poder de Vladimiro Montesinos.

En 1993, el oscuro jefe de Inteligencia es responsabilizado del asesinato de un grupo de estudiantes y un profesor de la universidad de La Cantuta. En 1995, se encargó de expedir una Ley de Amnistía para liberar a los implicados en la matanza de Barrios Altos y La Cantuta. En 1996, el narcotraficante Demetrio Chávez Peñaherrera, alias Vaticano, acusó al consejero de Fujimori ante el Poder Judicial de haberle entregado 50 mil dólares mensuales a cambio de información sobre las operaciones de la Policía Antidrogas en Campanilla. En 1997, la estación de televisión de Baruch Ivcher denunció que los ingresos del Fouché peruano superaban el millón y medio de soles por concepto de servicios jurídicos en su calidad de abogado independiente. La denuncia no fue acogida por el Poder Judicial. El primer ministro Alberto Pandolfi incluso declaró que los ingresos de Montesinos no podían ser revelados porque se trataba de un secreto de Estado. "Por lo menos demuestra que paga impuestos y ganar dinero en el Perú no es un delito", dijo en ese entonces la legisladora Martha Chávez en su defensa.

Más tarde, el diario "Liberación" que dirige el periodista César Hildebrandt descubrió que el súperasesor percibía ingresos por más de 220 mil dólares mensuales en un banco local.

No son los únicos cargos que existen contra él. Se le vincula, además, a una reciente denuncia sobre tráfico de armas, al espionaje telefónico a políticos y periodistas, al control político, a la extorsión que ejerce sobre algunos medios de comunicación, a los operativos sicosociales que se desarrollan desde casi la totalidad de la prensa amarilla, así como al manejo del Poder Judicial, el Ministerio Público y el Ejército. Su poder es prácticamente omnímodo y jamás ha podido ser investigado.

Pocas veces se ha visto en la historia del Perú a un personaje tan inescrupuloso, misterioso, poderoso, siniestro e intocable. Por ello cabe preguntarse si, luego de este intento de ruptura de la sociedad Fujimori-Montesinos, ¿el asesor entregará el poder pacíficamente?

Al momento de escribir estas líneas, el paradero y la situación legal de Montesinos seguían siendo desconocidos. Y lo más impactante y patético de todo esto es que la estabilidad del país depende de una sola persona, y ella no es el presidente de la República.

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Pedro Salinas es corresponsal de la agencia de prensa AIPE.

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