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Pelayo Roces

El innegociable interés de Asturias

La etapa que ahora se abre en Asturias habrá de estar presidida por el mismo sentido de la responsabilidad con el que han actuado los asturianos, y por el principio innegociable del interés de Asturias.

El pasado 22 de mayo, las asturianas y asturianos, una vez más, dieron ejemplo. Este país que ha sido pionero tantas veces, se rebeló contra la profunda crisis económica, social e institucional en la que le ha instalado una clase política a la que ha demostrado superar con creces; una clase política que entendió que iba a serle relativamente fácil hacerse de nuevo con la confianza de la sociedad; seguramente, por qué no decirlo, porque también contaba con la ayuda de alguna terminal mediática a la que le iba muy bien el statu quo. Pero olvidó, y olvidaron todos, que la confianza, al igual que el respeto, se gana cada día, y perdidos ambos triunfó la libertad y el espíritu crítico.

Si Francisco Álvarez-Cascos representa la credibilidad, ésta es sin duda alguna la gran ganadora del 22 de mayo, pero no podemos dejar de ser realistas. Por supuesto que sólo una personalidad como la de Álvarez-Cascos puede darle la vuelta a esta región; por su voluntad inquebrantable, la firmeza de sus convicciones y su altísimo grado de compromiso para con Asturias, pero no olvidemos que heredamos casi 90.000 parados –sólo 40.000 se han generado en los últimos tres años–, las grandes infraestructuras llamadas a ser nuestro motor de desarrollo paradas o liquidadas, por obra y gracia de la sumisión de la izquierda asturiana a la de Madrid y, por si fuera poco, una Administración que está pasando por el mayor escándalo de corrupción de la historia de Asturias: van casi 47 millones de euros –que se sepa– entregados a la trama corrupta, y la investigación continúa (por cierto con muy poco espacio en la prensa nacional). Así pues, y sin abstraernos ni un segundo de ésta realidad, la etapa que ahora se abre en Asturias habrá de estar presidida por el mismo sentido de la responsabilidad con el que han actuado los asturianos, y por el principio innegociable del interés de Asturias.

Con seguridad, de todo lo demás se puede hablar, incluso es el momento adecuado para hacerlo, porque es la hora de que cada uno demuestre si existe disposición al consenso por el bien de Asturias o, por el contrario, el bien jurídico a proteger será exclusivamente el personal y partidario. Por Foro Asturias no va a quedar; si la misma noche electoral Cascos apuntó de manera nítida que "los parados, los decepcionados y los marginados serán la primera asignatura de nuestra acción política", es obvio que, sobre esa premisa y en razón a su entidad, se ha hecho el ofrecimiento para llegar a amplios consensos. Quien diga ‘no’ de antemano solo reflejará sus propios prejuicios y, desgraciadamente, su imperdonable falta de sensibilidad hacia los enormes problemas por los que está pasando Asturias. Desde luego, otras fórmulas de gobernabilidad son posibles, pero solo si hay acuerdo en que Asturias necesita un plan de choque para reactivar la economía regional, una reducción drástica de un sector público gigantesco, burocratizado e ineficaz, una apuesta clara por la austeridad y contra el despilfarro, auditando las cuentas para conocer la realidad del gasto y, por supuesto, la convicción de que el futuro de la región pasa por apoyar a los emprendedores y generar empleo, para poder así garantizar los derechos irrenunciables de los asturianos a la mejor sanidad, educación y servicios sociales. Ciertamente el sueño se ha cumplido, pero con los pies bien asentados en el suelo afrontamos el reto.

En cuanto al escenario nacional, por supuesto que no solo aquí se ha dado la espalda a la izquierda, pero es cierto que sólo aquí otros dieron la espalda a la persona que querían los asturianos. La autocrítica les corresponde por tanto a ellos, dado que el descalabro, su descalabro, ha sido histórico. De modo que sí, podemos concluir una vez más que es conveniente, y hasta imprescindible, escuchar a las personas; quien no lo hace y se escinde de sus propios afiliados y de la sociedad en general recoge los frutos correspondientes. En todo caso, y ante lo que ya forma parte del pasado, repito el mensaje inicial: el interés de Asturias es innegociable, y ahora toca apostar por la política.

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