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Percival Manglano

"Vosotros, los políticos"

Parecería que el político hoy en España se define, ante todo, simplemente por serlo.

Durante los últimos meses he presentado mi libro Pisando charcos en unos cuarenta lugares distintos, bajo formatos de lo más variado. Desde la presentación formal en Madrid a finales de marzo, he estado, por ejemplo, en una comida de una peña gastronómica en Segovia, en un bar after-work especializado en gin-tonics en Madrid (las copas llegaron después de la presentación, por suerte), en las sedes del PP de Galapagar o Brunete o en el salón de un hotel de Valencia.

Los aforos han sido diversos, yendo de una decena a más de 200 personas. Salvo en la presentación inicial, siempre tuve un debate con los asistentes. Una frase que me ha sido recurrentemente dirigida en estos debates ha sido: "Vosotros, los políticos…". Con ella, invariablemente, se me han reprochado comportamientos inadecuados de los políticos españoles, particularmente su escasa rendición de cuentas ante los ciudadanos.

Dado que el libro está escrito precisamente para remediar este mal, al escuchar el reproche me sentía como el hijo que llama a su madre y lo primero que le dice la madre al coger el teléfono es: "Hijo, ¡no me llamas nunca!". Llamar implica dar la oportunidad de que te digan que no llamas nunca, igual que escribir y presentar un libro sobre cómo hacer la política más transparente en función de tu experiencia política implica que te digan que, por ser político, eres poco transparente.

Pero lo que de verdad me chocó de la frase fue que me metiesen en el mismo saco con todos aquellos que ejercen una labor política sin distinguir ni ideologías, ni acciones de Gobierno ni comportamientos individuales. Parecería que el político hoy en España se define, ante todo, simplemente por serlo. Luego, el partido en el que milite, sus ideas o sus acciones personales entrarían en el terreno de los matices. Por mucho que mi intención fuese presentar unas ideas regeneradoras para dar un cambio radical a nuestro sistema político, a ojos de algunos asistentes yo no era más que un miembro más del gremio político.

El corporativismo político es un problema profundo para la democracia española. La democracia liberal –igual que la economía de mercado– tiene la enorme ventaja para los ciudadanos de que fomenta la competencia entre aquellos que aspiran a ser depositarios de su confianza. La labor política se funda en la representación. La competencia entre políticos para ganarse dicha confianza se quiebra cuando la lealtad política se ejerce prioritariamente entre políticos en vez de con los ciudadanos a los que deben representar. Un gremio de políticos es contradictorio para los fines de una democracia liberal; es como decir que las votaciones son perniciosas porque dividen a la sociedad.

La consecuencia del corporativismo político es que la gente se pregunta: "¿Para qué votar, si al final siempre salen elegidos vosotros, los políticos?". Dicho problema se agrava cuando, encima, los políticos piden a sus conciudadanos todo tipo de sacrificios –por ejemplo, con mayores impuestos– sin ofrecer un esfuerzo correspondiente por rendir más y mejores cuentas de su labor.

Los escándalos de corrupción, por desgracia, están dando la razón a los que piensan en términos de "vosotros, los políticos". Los silencios, las negaciones y las acusaciones de "causa general" con los que se han defendido los dos grandes partidos han sido tan similares que cuesta distinguir a uno de otro. Una encuesta realizada por Metroscopia y publicada por el diario El País el pasado domingo preguntaba a votantes del PP y del PSOE su reacción ante los escándalos del caso Bárcenas y del de los ERE en Andalucía. En torno al 90% de los votantes de cada partido lo responsabiliza de no haber supervisado adecuadamente a los hoy acusados de corrupción.

Más aún, el dirigente del PP al que sus votantes mejor valoran por su reacción frente al caso Bárcenas es Esperanza Aguirre (un 43%, frente al 25% que cree que ha sido desacertada). (Le sigue el presidente del PP de Galicia, Núñez-Feijóo; él fue quien dijo que el PP debería pedir perdón por el caso Bárcenas). Aguirre, recordemos, se ha declarado "abochornada" por la corrupción en el PP, e hizo referencia a las exigencias de los ciudadanos "que no están dispuestos a aceptarlo." Su voz se distinguió, una vez más, por su claridad.

Pero no sólo habló, sino que también actuó. El PP de Madrid ha pedido que el Comité de Derechos y Garantías nacional requiera explicaciones a la diputada nacional por Madrid Carmen Rodríguez Flores sobre la información publicada en El Mundo relativa a posibles irregularidades en operaciones inmobiliarias.

La encuesta de El País deja muy claro qué tipo de reacciones exigen los españoles de sus políticos –particularmente de aquellos a los que han votado– frente a los casos de corrupción. Quieren acciones distintas a las ofrecidas al alimón por los grandes partidos hasta hoy. Quieren que se depuren responsabilidades. Quieren que se les rindan cuentas. Quieren, en suma, no tener que referirse a cualquier político en términos de "vosotros, los políticos".

P.D. Quizá alguien vea en el título de este artículo una referencia velada al libro de Daniel Lacalle Nosotros, los mercados. Quizá.

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