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Pío Moa

De nuevo, el carácter de la guerra civil

Conviene establecer claramente quiénes fueron los agresores en España. Payne lo ha señalado, pero no está de más insistir en ello y en el propio carácter de la represión posterior.

Como habrá podido apreciarse, mis discrepancias con Stanley Payne son en general secundarias, referidas sobre todo a apreciaciones de personajes y situaciones. Quizá la de más calado radique en la valoración de la guerra civil como conjunto. Puesto que lo que se jugaba en aquel conflicto no fue la democracia liberal –por ninguno de los bandos—sino la revolución o diversas revoluciones, de un lado, y del otro la supervivencia del cristianismo y de España como nación, debemos concluir que hubo unos "buenos" - el bando nacional- y unos "malos"... a menos que aquellas revoluciones sean consideradas elementos de "progreso" suficientes para sacrificar en sus aras los valores cristianos y nacionales. Cierto que los apologistas del Frente Popular nunca se expresan en estos términos, y es característica su hipocresía al presentarlo como lo que de ningún modo fue: el adalid de "la libertad". Falsificación típica, por otra parte, de la demagogia marxista, que rara vez presentaba su programa al desnudo, pretendiendo que defendía inocentemente la democracia contra un "fascismo"... insignificante en España.

El arraigo del prejuicio es tal que el mismo Orwell -testigo de cómo las gastaban los "defensores de la libertad y el progreso" y de cómo los simpatizantes de ellos lograron durante largo tiempo silenciar sus revelaciones en Inglaterra- caracterizaba a los nacionales como un bando retrógrado que sumiría a España en las tinieblas medievales, la miseria y el oscurantismo. La realidad es que, incluso en los años 40, España dio un gran salto adelante en aspectos tan decisivos como la enseñanza (con mayor incorporación femenina), la prolongación de la esperanza de vida, la disminución de la mortalidad infantil, el consumo de energía eléctrica, etc. Hace poco publiqué un artículo en LD sobre aquellos años supuestamente perdidos y que no lo fueron en modo alguno, pese a sufrir el país, injustamente, las consecuencias de la guerra mundial hasta bastante después de terminada esta.

En cuanto a los juicios y ejecuciones de posguerra, tema estrella de la turbia "historiografía" subvencionada y falsificada, he hecho comparaciones con las de otros países, y Payne también lo ha hecho con las represiones del este. Pero ha salido hace poco el libro de Giles Mac Donough sobre las represalias de los Aliados sobre la población alemana al terminar la contienda, con datos realmente estremecedores, aunque no voy a extenderme aquí. No hace mucho un entrevistador inglés preguntó torticeramente a Netanyahu por qué en la lucha contra Hamas morían muchos más palestinos que judíos. Netanyahu le indicó: "¿Está seguro de que quiere comenzar por ahí la entrevista?". El periodista insistió: "¿Por qué no?". Y Netanyahu replicó: "En la II Guerra Mundial murieron más alemanes que británicos y estadounidenses juntos, pero todos saben que fue la agresión alemana la que desató la guerra. Y como réplica al blitz sobre Londres los británicos barrieron del mapa a la ciudad de Dresde, donde murieron abrasados más civiles alemanes que en Hiroshima... Además quisiera recordarle que en 1944, cuando la RAF trató de bombardear el cuartel general de la GESTAPO en Copenhague, algunas de las bombas erraron su blanco y cayeron sobre un hospital pediátrico danés donde mataron a 83 niños".

Conviene establecer claramente quiénes fueron los agresores en España. Payne, desde luego, y al revés que casi todos sus colegas anglosajones (y españoles), lo ha señalado, pero no está de más insistir en ello y en el propio carácter de la represión posterior. La represión española de posguerra fue muy dura y sin duda afectó a bastantes inocentes, pero fue llevada con muchas más garantías que en Francia o en Italia, por poner países próximos, y más también que en los tribunales "populares" de la izquierda española. Y quienes asaltaron la legalidad republicana en 1934 y la demolieron desde el poder y desde la calle desde febrero del 36, fueron las izquierdas y los separatismos.

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