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Pío Moa

El peligro de ir de un extremo al otro

En esencia, la política del PNV ha consistido en utilizar el muy generoso estatuto autonómico para socavar los principios democráticos y la Constitución, para provocar la fractura social y la desintegración de España. Su táctica ha sido en todo momento el chantaje, y lo sigue siendo: su parloteo sobre la paz es la careta del chantajista. ¿Por qué los partidos no aranistas no han desenmascarado de manera constante y desde hace muchos años una política que lleva al desastre? Hay que reconocer las cosas como son: hasta hace poco, e incluso todavía hoy, la defensa de la unidad española ha estado mal vista en la izquierda, y toda demagogia nacionalista sobre la opresión e incluso el “genocidio” de los vascos ha sido coreada incluso por buena parte de la derecha. De ahí que se haya visto como un derecho especial de los aranistas la vulneración de los derechos humanos, y que pocos planten cara –incluso hoy– a sus ataques a España. Cientos de miles de vascos han sido (de)formados en una manipulación desvergonzada de la historia, y la opinión pública así creada no va a borrarse de la noche a la mañana, ni a contrarrestarse con simples “¡vivas!” en sentido contrario. Lo que ocurre en el País Vasco procede en proporción muy elevada de esa propaganda masiva, hecha con fondos públicos y con acuerdo o inhibición de todos los partidos.

Después de estos años de complacencia, y a la vista del monstruo creado, es fuerte la tendencia a una reacción excesiva, que puede hacer perder el equilibrio. Un ejemplo han sido esas declaraciones sobre el vascuence como lenguaje de la muerte o inútil idioma prehistórico. Ciertamente el vascuence ha sido usado, manipulándolo una vez más, como instrumento de fractura social y de terror, pero de lo que se trata es de que los aranistas carguen con el peso de ese daño hecho al euskara, que dicen defender, y no de que reciban un fácil argumento sentimental, del cual van a servirse sin duda masivamente. La enérgica defensa del castellano como idioma también propio de Vasconia, el idioma materno de la mayoría de los vascos, no tiene por qué caer en la agresión al otro idioma de la autonomía. Eso es precisamente imitar al PNV y a EH. La propaganda de éstos se asienta en una defensa del pueblo vasco tan ficticia como la defensa del pueblo alemán por los nazis. Pero los partidos democráticos no acaban de hacerlo ver claramente, y caen una y otra vez en las trampas que tiende el pervertido lenguaje nacionalista.

En España

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