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Pío Moa

El significado de la Literatura

Con los atascos de tráfico por la lluvia, la profesora de lengua y literatura avisó al instituto, por el móvil, de que llegaría tarde. El director encontró al profesor de física, que holgazaneaba en la sala de profesores, y le encargó sustituir un rato a la de literatura, para que los chicos no alborotaran.

El de física, muy contento, entró en el aula sonriendo lobunamente. Miró a los alumnos y entonó: “¿Nunca habéis pensado en que la literatura es una sarta de trolas? Si no, vamos a ver, el Quijote, una de las novelas mejores, y hasta la mejor, dicen muchos. Por ejemplo, ¿quién, con un mínimo de criterio científico, puede tragarse que después de los estacazos que recibía el hombre, no le hubieran roto un montón de huesos? Con la medicina de entonces, habría quedado baldado por meses, o para el resto de su vida Pero en la novela, ¡hay que joderse!, a los cuatro días ya lo tenemos tan campante, en busca de nuevas palizas. ¡Y todo lo demás es lo mismo! Así que, si esa novela es de las mejores, ya podéis imaginar las restantes. Y mira que hacen esfuerzos los autores modernos por darles aire de realidad. ¡Venga hombre, hasta el más tonto se da cuenta del truco, si se fija un poco! ¡Puro cuento! ¡Embustes que insultan a la razón y a la experiencia! Los jetas de los autores nos toman por feacios… ya sabéis, los de Ulises, que les contó no sé cuántos rollos de cíclopes, sirenas, magas y qué sé yo, y se lo tragaron todo. ¡Nos toman por feacios, así, literalmente! ¡Es indignante, tíos y tías! ¡Pero si todo son clarísimas invenciones, falseamientos de la realidad! La literatura se parece mucho a la religión, un montón de disparates y rollos tártaros. ¡Coño, como que viene de ella! ¿De dónde viene la literatura, sino de los mitos? ¡De ahí viene todo el camelo! Los mitos aquellos, que como dice… ¿cómo se llama? ¡Maldita memoria!, sí hombre, el de los genes… ¡Dawkins, eso es!… Los mitos son una cosa pobrísima, dice, extravagante, al lado de la ciencia, tíos … y tías. Esto tiene que cambiar, porque ya lo dijo el sabio… Bueno, el del Jarama creo, que ya dejó aquel timo de la novela. Pues dijo: mientras los dioses no cambien, nada habrá cambiado. Y si desaparecieran todos los dioses de una tacada, digo yo, pues tanto mejor. El mundo sería más como es debido, y habría menos caraduras viviendo del cuento y tomándonos el pelo.

“Por eso, ahora que estáis formando vuestro intelecto, yo os haría un llamamiento ¡No os dejéis tratar como feacios! ¡Coged esas pretendidas obras maestras, engendros de la superstición y del engaño, y tiradlas a la basura!...”

No pudo decir más. Al final, la profesora había salido del atasco y llegado casi a tiempo. Desde el pasillo oyó buena parte de la perorata del de física, y entró en el aula blandiendo amenazadora el paraguas, salpicando copiosamente de agua al sorprendido orador. Éste, entre cuyas virtudes no se contaba un valor excepcional, esquivó a la furia y salió corriendo por la puerta.

“¡No te jode el tío cabrito! ¡Quiere dejarme sin trabajo! ¡Mandar al paro a miles de modestas y honradas profesoras y profesores de literatura! ¡Hasta ahí podíamos llegar! ¡Ni puto caso, ¿eh chavalas y chavales?! ¡Ni puto caso!”

Cosas así pueden ocurrir en cualquier momento.

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