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Pío Moa

Hace sólo 70 años...

Uno siempre puede optar entre Besteiro-Marañón y entre Negrín-la Pasionaria. En estos años ha prevalecido en el mundillo intelectual y político la preferencia por los últimos, más reveladora que un extenso discurso.

Hace 70 años por estas fechas terminaban no una, sino dos guerras civiles: la general entre los nacionales y el Frente Popular y, dentro de éste, la de negrinistas y comunistas contra anarquistas, republicanos y la parte más democrática del PSOE. Esta última había conducido al final de la primera.

Los últimos días, una multitud de rojos (así se solían llamar ellos mismos entonces), entre ellos muchos comprometidos en el terror contra las derechas, se había amontonado en el puerto de Alicante tratando desesperadamente de escapar de lo que preveían un ajuste de cuentas por parte de sus enemigos. Sus jefes habían tenido tiempo para preparar la evacuación, pero sólo se preocuparon de huir ellos, llevándose inmensos tesoros robados –literalmente robados– a la sociedad y al patrimonio histórico y artístico español. La escuadra, que habría podido evacuar a buena parte de los desesperados, se había escapado por su cuenta al puerto francés de Bizerta, en Túnez. Ya he dicho que estas desastrosas jornadas han sido estudiadas por Ricardo de la Cierva mejor que por nadie, y sus datos nunca han sido desmentidos.

Una superchería corriente es la pretensión de que los nacionales se rebelaron contra un Gobierno legítimo y una República democrática. Fue muy diferente. El Gobierno legítimo fue precisamente el que arruinó lo que tenía de democrática la República. Y su legitimidad no deriva de unas elecciones normales y democráticas, como habitualmente se afirma, pues, aparte de las violencias que las acompañaron, nunca se publicaron las votaciones reales de los partidos. Resulta muy adecuado que el actual Gobierno se identifique con aquel Frente Popular: está arruinando, con una filosofía parecida, la democracia salida de la reforma del franquismo en la transición.

El liberal Gregorio Marañón había explicado: "Mi respeto y mi amor por la verdad me obligan a reconocer que la República española ha sido un fracaso trágico". Besteiro, uno de los sublevados contra Negrín y los comunistas, diría: "Estamos derrotados por habernos dejado arrastrar a la línea bolchevique, que es la aberración política más grande que han conocido quizá los siglos. La reacción a este error de la república la representan genuinamente, sean cuales sean sus defectos, los nacionalistas que se han batido en la gran cruzada antikomintern". Marañón hablaría en el mismo sentido: "Tendremos que estar maldiciendo varios años la estupidez y la canallería de estos cretinos criminales, y aún no habremos acabado. ¿Cómo poner peros, aunque los haya, a los del otro lado (a los nacionales)?". He repetido muchas veces estas citas y otras parecidas porque son necesarias para iluminar la realidad histórica frente a tanta desvirtuación como ha circulado masivamente en estos años. Uno siempre puede optar entre Besteiro-Marañón y entre Negrín-la Pasionaria. En estos años ha prevalecido en el mundillo intelectual y político la preferencia por los últimos, más reveladora que un extenso discurso.

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