Menú
Pío Moa

La golfería de Gibson

Toda la campaña se basa en la presunción de que los muertos izquierdistas y separatistas luchaban “por la libertad”, "por la democracia” y “por la república”, cuando fueron ellos, indiscutiblemente, quienes arruinaron la legalidad republicana

Con típica golfería dice Ian Gibson sobre la memoria histórica: “La ley va bien encaminada pese a la crispación que produce el Partido Popular, por ejemplo diciendo que somos unos revanchistas. Yo viajo mucho por España y no veo sed de venganza, sino sed de justicia de restitución y derechos, es una cuestión de decencia humana".
 
En parte es cierto. A pesar de todo el veneno y el rencor involucrado en las campañas de los carroñeros, la gente en España, la gran mayoría,  no tiene sed de venganza. Pero habría que preguntarse qué derechos, qué restitución y qué decencia. Toda la campaña se basa en la presunción de que los muertos izquierdistas y separatistas luchaban “por la libertad”, "por la democracia” y “por la república”, cuando fueron ellos, indiscutiblemente, quienes arruinaron la legalidad republicana y lo que ella tenía de democrática, y combatieron bajo la protección y la dirección de Stalin, el adalid de las libertades. Hoy no cabe la menor duda al respecto para cualquier persona medianamente documentada. ¿Y qué decir de las masacres entre los propios izquierdistas, qué decir de esos "perdedores" de los que nunca quieren acordarse?
 
Lo que hay que restituir, los derechos que hay que defender, la decencia que hay que imponer, son los de la verdad histórica,  tan maltratada por los gibsons, los prestons, los juliás, los viñas y tutti quanti. Es una cuestión de salud social, nada menos.
 
La izquierda tiene una clara conciencia de la importancia del pasado como condicionante del presente, y lo explota de forma masiva, falseándolo sin escrúpulos.
 
En cambio la derecha quiere “mirar al futuro”, como insiste el patético, y ojalá fuera solamente patético, PP de Rajoy. ¡Qué verá, el hombre, en el futuro, quizá una gigantesca poltrona!
 
Se queja Gibson de que mis libros "hacen mucho daño". Cierto, les hacen mucho daño a ellos. Pero no a la verdad. A menos que puedan demostrar que mis tesis son falsas. A ver si de una vez se ponen a la tarea, en lugar de destilar su habitual veneno inquisitorial o chequista.
 

En Opinión