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Pío Moa

Lo increíble

Por asombroso que resulte, el PSOE da la impresión de estar a la ofensiva, y el PP a la defensiva. Y creo que este absurdo viene en gran medida de la renuncia al debate cara a cara. ZP cometió el inmenso error de pedir ese debate, y Rajoy le ha superado negándose a él. La endeblez argumentadora y la vacua parlanchinería de ZP son tales que cualquier persona con una mediana habilidad dialéctica, y más apoyándose en el cúmulo de logros notables del período de Aznar, habría hecho trizas su demagogia. Tres debates en televisión, y el PP se habría ahorrado, y nos habría ahorrado, casi toda la campaña: máximo de eficacia con el mínimo de gasto. Pero se ve que los expertos en esas cosas del marketing (mejor sería decir mercadeo) electoral, o como se llame, han decidido que el debate beneficiaba al candidato socialista. Unos águilas. Y así, gracias a ese error, ZP puede ir por ahí pavoneándose –y con razón– de que su contrincante teme enfrentarse a él, de que no está seguro de sus argumentos, le rehúye y no es demócrata, sino “autoritario”, etcétera. Todo lo cual quizá no convenza a muchos de que ZP es bueno, pero convence a bastantes de que Rajoy no lo es tanto como debiera. Mal comienzo, si gana.
 
Deseo fervientemente la victoria del PP, no tanto por identificarme con él como por los serios riesgos que correrán la democracia y la integridad del país si gana la caterva contraria. Pero no estoy nada seguro de que logre la necesaria mayoría absoluta, la cual debería ser realmente muy absoluta, dadas las enormes ventajas de principio con que ha salido al ruedo, y que ha explotado muy mediocremente. Incluso no descarto un triunfo del PSOE. En la historia han ocurrido hechos así más de una vez.
 
Una de las cosas más perturbadoras de la democracia es la demagogia rampante de numerosos políticos, y su éxito no infrecuente. De ahí se han extraído argumentos contra la democracia misma. Pero no hay tal. En cualquier régimen proliferan los insensatos y los extremistas, y la democracia simplemente ofrece un terreno más abierto y claro para que los sensatos y moderados puedan defender sus programas. Lo malo es cuando no saben hacerlo bien, pero de eso no cabe culpar al sistema.
Ojalá esta vez no nos llevemos una sorpresa desagradable.

En España

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