Van a poner máquinas distribuidoras de condones en institutos y colegios. La idea creo que viene de Cataluña, donde los políticos son más modernos y europeos; son, tengo entendido, la vanguardia de la modernidad y el europeísmo, también de la posmodernidad, probablemente.
Un rasgo de nuestro tiempo es la llamada banalización o trivialización de la sexualidad, cada vez más privada de la intimidad y el pudor que la acompañaban en épocas retrógradas. En mis tiempos, los curas imponían fastidiosas restricciones en el asunto, mientras teníamos el ejemplo contrario en los barrios de prostitución, y esas tensiones nos procuraban lamentables problemas morales. Al final ha resultado que quienes tenían razón eran los macarras y las putas (dicho en sentido meramente técnico, sin connotaciones peyorativas), ellos han marcado la pauta, y su magisterio se ha extendido sin límites. Es indudable que los programas televisivos, por ejemplo, están diseñados por putas y macarras en una proporción muy elevada, y lo mismo la publicidad, y en buena parte la política. Esto de los preservativos en los centros de enseñanza es una buena muestra, aunque a mi juicio se queda a medias: ¿por qué no habilitar en los institutos, y obligar a hacerlo en los colegios privados, habitaciones donde la muchachada y el profesorado de ideas avanzadas puedan "hacer el amor"? Digo hacer el amor, ya se entiende, no en el sentido antiguo, de cortejar, sino en el actual. Recuerdo un desdichado accidente: una gran roca aplastó a un caballero que, informó la prensa, "hacía el amor" con una gallina, y supongo que no la estaría requebrando. Una opción sexual tan respetable como otra cualquiera, por lo demás.
¿Por qué se ocupan los políticos de estas cosas, ajenas, a primera vista, a su oficio? Salta a la vista: porque dan votos, o así lo esperan. El sexo es una fuente de dinero y de votos. ¡Pero también en eso se quedan a medias, lamentablemente! Predican, pero no con el ejemplo. Como explicó una ministra hace años, lo del condón es un "tema" cultural, y ya se sabe, no hay cultura sin esfuerzo, no basta con declaraciones y maquinitas. Falta práctica y pedagogía. Esos políticos, si quieren ser consecuentes, tienen el deber de ir a las aulas y hacer demostraciones del arte del póntelo pónselo a los muchachos, tan ávidos de aprender y de encontrar auténticos maestros de la vida: "A ver, dos voluntarios… ¿No hay? Venga, tú, Jessica Rebóllez, y tú, Kepa Kachirulo, como representante del colectivo gay de la clase, subid al estrado y bajaos los pantalones, que el excelentísimo(a) señor(a) Fulano(a) o el (la) molt honorable Mengano(a) van a daros una clase práctica para culturizaros en el tema del sexo seguro y acondonado". Podría incluirse una cabra, para abarcar en lo posible las diversas opciones. No me negarán que la clase resultaría el colmo de lo lúdico, díver y chachi, un verdadero progreso pedagógico, los chicos se lo pasarían "de puta madre", los políticos ganarían votos, y todos contentos y felices. emancipados, pero seguros.
Claro que ir de instituto en instituto, de curso en curso, resultaría pesado, pues el placer de enseñar también cansa, pero bastaría con grabar en vídeo unas pocas funciones y difundirlas luego. Me atrevería a decir, incluso, que de ahí podría brotar una fuente de riqueza para el país: tales vídeos gozarían de fuerte demanda en el mercado internacional, generando una intensa y beneficiosa corriente de divisas a nuestro favor, porque la idea no se les ha ocurrido, que yo sepa, a los europeos, ni siquiera a los americanos (o useños, como debiera decirse). Exportaríamos cultura.
Si estuviera en mis años mozos en lugar de estar hecho un carcamal, procedería inmediatamene a recoger firmas entre mis compañeros de estudios para pedir, incluso exigir, que esos políticos vinieran a los institutos a currarse los votos predicando con el ejemplo. ¡Qué menos!
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