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Pío Moa

¿Por qué odian el español?

El hecho es que tenemos un idioma de origen castellano, pero enriquecido por las contribuciones de todas las regiones y de los países hispanoamericanos, y que ese idioma supone una riqueza extraordinaria para cada una de las partes de España.

Con su victimismo habitual, envoltorio de una ciega agresividad, los separatistas acusan a los firmantes del manifiesto por el idioma común de odiar y perseguir las lenguas regionales españolas. Es fácil demostrar lo contrario: si dichas lenguas son cooficiales en sus comunidades y vehículos de la enseñanza, se debe a un esfuerzo democrático, y no a unos separatistas cuya oposición a Franco fue irrisoria. Pero da igual, los separatistas nunca dejarán de insistir en su letanía, pues sin ella se derrumbarían sus argucias contra la lengua general.

El hecho es que tenemos un idioma de origen castellano, pero enriquecido por las contribuciones de todas las regiones y de los países hispanoamericanos, y que ese idioma supone una riqueza extraordinaria para cada una de las partes de España. La cultura catalana y la gallega, no digamos ya la vasca, se han expresado mayormente en el idioma común o castellano, y en él se ha escrito lo más y probablemente lo mejor de sus literaturas. Pero los secesionistas pretenden nada menos que mutilar las culturas regionales de sus productos más valiosos, declarando “extranjera” o “impropia” la lengua que permite a sus paisanos comunicarse con los demás españoles y acceder sin trabas idiomáticas a cientos de millones más, con lo que ello supone desde el punto de vista cultural y económico.

Para justificar tal chifladura pregonan que sus lenguas particulares están perseguidas y en serio peligro, cuando en realidad son ellos quienes persiguen al castellano e intentan marginarlo de la enseñanza y la vida pública, y crear al mismo tiempo un ambiente popular de aversión a dicho idioma. La razón de ello consiste en que los separatistas forman grupos de poder locales que aspiran a imponerse por completo en cada región. Para lo cual buscan romper los lazos de unión entre los españoles, cosa que solo pueden conseguir vulnerando al mismo tiempo las normas democráticas y los derechos ciudadanos.

¿Corren peligro real los idiomas regionales? Difícilmente, pues consiguieron mantenerse y producir una literatura de considerable interés  durante el período franquista, cuando no se los admitía en la vida pública ni en la enseñanza oficial (aunque se enseñaban en otras escuelas y el régimen creó las primeras cátedras universitarias de ellos). El peligro mayor para esos idiomas proviene justamente de sus pretendidos defensores, que los convierten en vehículos del embuste y los llenan de bazofia ideológica al modo como los nazis estropearon el alemán o los soviéticos el ruso con sus “lenguas de palo”. No son catalanistas, ni vasquistas ni galleguistas: son simplemente antiespañoles. De ahí hay que partir para entender sus enredos.

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