Menú
Pío Moa

Un nuevo tipo de guerra

Hace años escribí que, por suerte –muy relativa–, los terroristas mostraban en general una absoluta falta de imaginación, pero eso ya no puede decirse desde el tremendo atentado del martes. Algo impensable para la Unión Soviética con todo su poder, salvo si por locura hubiera resuelto ir a la guerra mundial, lo ha hecho un grupo de fanáticos sin necesidad de grandes medios. El inmenso poder de la técnica actual, combinado con la complejidad de la sociedad –complejidad que funciona gracias a la confianza derivada de unas normas culturales comunmente aceptadas, mucho más que por el castigo a quienes las incumplan– hacen que grupos pequeños, y hasta individuos aislados, puedan causar daños de enorme gravedad. Ésta es la otra cara, u otra de las caras, del progreso material. La racionalidad de la técnica, incapaz de solucionar el problema del bien y el mal, puede ser usada en un sentido o en otro, como lo han sido ahora los aviones más modernos del mundo. El hombre es un animal moral, antes que racional. Creo que esa es su característica clave.

Pero vayamos a la práctica. Se ha hablado de "declaración de guerra". La guerra estaba declarada hace tiempo por parte del terrorismo, pero hasta ahora no había dado lugar a un episodio tan asombroso. Es éste el que ha hecho tomar conciencia a muchos de que esa declaración no puede tomarse a broma, siendo preciso replicar con la misma determinación que si de una guerra se tratase. Sin embargo, se trata de una guerra de un carácter muy especial, y en ella los ejércitos normales no pueden desempeñar un papel decisivo. Naturalmente, los terroristas operan con la cobertura de diversos países (en el caso de España, Francia ha actuado durante veinte años como santuario del terrorismo etarra, comportándose no mejor que Argelia o los talibanes). ¿Se deduce de ahí que castigando a esos gobiernos se vencerá el terrorismo? El castigo, desde luego, es necesario, y vale la pena recordar cómo el ataque de Reagan a Gadafi volvió a éste mucho más prudente.

Pero eso no bastará. El terrorismo islámico, con mucho el más peligroso hoy día, refleja una diferencia, o más bien un enfrentamiento de culturas que no tiene por qué ser bélico, pero que lo está siendo en parte, y tener manifestaciones mucho más peligrosas si diversos países islámicos logran dotarse de armas atómicas, por ejemplo. Algún comentarista frívolo ha dicho que los atentados del martes dejan en ridículo el plan de escudo antimisiles de Bush. Nada más lejos de la realidad. Pero da la impresión de que está por diseñar una estrategia adecuada a este nuevo tipo de guerra.

¡El tipo de guerra y de desafío del siglo XXI!, dicen muchos con optimismo. Pero no: ahí está la inmensa China desperezándose. Ojalá la enorme diferencia cultural en este caso no derive en enfrentamiento.

En Internacional

    0
    comentarios