Menú
Porfirio Cristaldo Ayala

La revolución de la soja

La soja trajo una revolución a una agricultura en decadencia, con grandes inversiones en maquinarias, silos, puertos, sistemas de procesamiento, capacitación y moderna tecnología.

América Latina tiene una extraña obsesión por la pobreza. Si algo puede impulsar su desarrollo, pronto se obstaculiza y se destruye. En Paraguay el caso más reciente es la producción de la soja. En unos pocos años, Paraguay se convirtió en el cuarto exportador mundial y uno de los más eficientes. Pero las agresiones y trabas arrecian, desde los ecologistas hasta los sin tierra, la izquierda, la iglesia y el mismo gobierno.
 
Parece tan irracional que es difícil entender. Paraguay es un país agrícola. Su desarrollo requiere de la modernización de la producción agrícola y la agroindustria. La soja es lo mejor que le pudo haber ocurrido al país. En la última década, su producción se cuadruplicó llegando a 4,5 millones de toneladas por año. Se exportan granos, aceite y harina, y cada vez más por vía fluvial; un hecho crucial para un país sin costas.
 
La soja trajo una revolución a una agricultura en decadencia, con grandes inversiones en maquinarias, silos, puertos, sistemas de procesamiento, capacitación y moderna tecnología. Paraguay está ahora en la vanguardia de las técnicas conservacionistas en el mundo mediante la siembra directa. El 90% de las casi 2 millones de hectáreas se cultivan por este método y con soja transgénica (GM) que al no requerir la aplicación del arado permite conservar la cobertura vegetal del suelo y así eliminar la temible erosión que mata los suelos tropicales.
 
La agricultura tradicional sólo engendra pobreza hoy. Este sistema que ya se empleaba en la colonia, quema los bosques y cultiva la tierra durante unos pocos años hasta que las lluvias arrastran toneladas de suelo agrícola y destruyen su fertilidad, obligando a derribar nuevos bosques. Mediante la fertilización y siembra directa, grandes extensiones de tierras marginales hoy han recuperado su fertilidad y se usan en el cultivo de soja. Los sin tierra que queman cultivos, destruyen maquinarias, amenazan y acusan el "despojo" de pequeños agricultores, sólo buscan justificar la invasión de tierras que vendieron a los sojeros.
 
Algunos odian los GM. Otros denuncian el peligro del uso masivo de agroquímicos. Pero la característica de la soja GM es el uso mínimo de agroquímicos. Además, sus herbicidas e insecticidas son de avanzada tecnología y pronto se degradan en contacto con las plantas y la tierra, perdiendo su toxicidad. El reemplazo de la soja GM con cultivos tradicionales aumentaría enormemente el riesgo de intoxicación en la población rural y la contaminación del curso de arroyos y ríos.
 
Los ecologistas denuncian que la soja se expande a expensas del bosque nativo. Es un error. El moderno cultivo de la soja GM no solamente enriquece el suelo, sino que aumenta la producción por hectárea. Y una productividad mayor permite producir cada vez más granos utilizando menos tierras y preservando más bosques. Esta ha sido la constante en el mundo. De haberse continuado con la agricultura tradicional, ya no habría tierras fértiles ni bosques y faltaría alimento en el mundo.
 
La mayor oposición a la soja no es ambientalista, sino ideológica. Los socialistas rechazan la agricultura empresarial, a favor de la agricultura de subsistencia. Por eso desprecian el "modelo agroexportador", olvidando que países ricos como Estados Unidos y Canadá son grandes exportadores de soja, cereales y otros granos.
 
La exportación de soja nos evitó una profunda recesión en Paraguay, logró sostener el tipo de cambio, impidió el aumento de los precios e introdujo grandes inversiones, creando empleos, oportunidades e ingresos al fisco. Su menoscabo sería delirante. Todo lo que la soja necesita para traer más prosperidad es la eficaz protección de los derechos de propiedad de los productores y el reconocimiento de iguales derechos a miles de pequeños agricultores.
 
© AIPE
 
Porfirio Cristaldo Ayala es corresponsal de AIPE y presidente del Foro Libertario.

En Libre Mercado

    0
    comentarios