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Rafael L. Bardají

Ginebra: gana Irán

Se ha retirado de la mesa de negociaciones cualquier opción militar, pero no se ha acabado con las ambiciones nucleares de Teherán

Se ha retirado de la mesa de negociaciones cualquier opción militar, pero no se ha acabado con las ambiciones nucleares de Teherán

El acuerdo provisional firmado en Ginebra entre el P5+1 e Irán ha retirado de la mesa de negociaciones cualquier opción militar, pero no ha acabado con las ambiciones nucleares de Teherán. No ha alejado la bomba; sólo los bombardeos. Por eso, puede satisfacer sólo a quienes temen más una acción militar por parte de Occidente que a la bomba atómica iraní.

El acuerdo provisional congela la actual capacidad de Irán para enriquecer uranio, pero no requiere –como sí exigían las resoluciones de Naciones Unidas– que se desmantele y finalice por completo dicho enriquecimiento. Al contrario: Estados Unidos y sus aliados están ahora dispuestos a conceder a Irán el derecho a enriquecer, lo que supone un giro de 180 grados respecto a posturas anteriores, y al hacerlo dejan la opción nuclear militar iraní lista para reconstituirse en un breve periodo de tiempo.

El régimen iraní es bien conocido por sus engaños, mentiras y tácticas y estrategias tramposas. Teherán ocultó durante años su programa nuclear; ofuscó deliberadamente a los inspectores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y, desafiante, se negó a cumplir las exigencias de Naciones Unidas. Al mismo tiempo, no abandonó su agresivo discurso contra Israel y Occidente, ni sus acciones en el Levante y en otros lugares: desde el terrorismo al apoyo abierto a grupos como Hezbolá y Hamás, o a tiranos como Bashar al Asad.

El iraní es un régimen revolucionario, que busca alcanzar la hegemonía sobre la región y sobre el mundo islámico, y el dominio global. Es represivo en el ámbito interno y expansivo en el externo; ha demostrado su resistencia y paciencia, y ha mostrado tener visión estratégica y a largo plazo en lo que respecta a la consecución de sus objetivos.

Este acuerdo conserva intactas las ambiciones nucleares de los líderes iraníes y sólo retrasa, por un periodo de tiempo limitado, su desarrollo de capacidad militar nuclear. No es una sorpresa que quienes se encuentran en primera línea, entre los que se encuentran Israel y Arabia Saudí, hayan manifestado honda inquietud respecto a este acuerdo provisional.

Puede que los europeos crean que Teherán no busca una bomba atómica, sino sólo prestigio tecnológico, y la Administración Obama puede pensar que si todo sale terriblemente mal Estados Unidos podrá contener a un Irán nuclear. Pero ambas presunciones son erróneas: Irán ya ha decidido construir una bomba atómica, aunque deja abierto cuándo lo hará, y contener a un régimen como el iraní es algo en lo que no tenemos experiencia.

Este acuerdo no elimina la amenaza iraní; tan sólo nos coloca en una posición más difícil desde la que enfrentarnos a ella en el futuro.

© elmed.io

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