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Regis Iglesias

El día del crimen

Sabemos desde el primer momento que las muertes de Oswaldo y Harold fueron el resultado criminal de un atentado premeditado y bochornoso.

Sabemos desde el primer momento que las muertes de Oswaldo y Harold fueron el resultado criminal de un atentado premeditado y bochornoso.

Ofelia fue quien respondió mi llamada telefónica. Le dije: "Oye, escúchame, me confirman aquí que los amigos solidarios nuestros que están en Cuba iban en un carro, la Seguridad les estaba persiguiendo y los sacaron de la carretera. Tres de ellos están ingresados y uno no sabe dónde está. Me pregunta una amiga aquí en Madrid si ustedes saben quiénes eran los dos cubanos que iban con el español y el sueco. ¡¿Dónde está Oswaldo?!". "Regis, Oswaldo y Harold iban con ellos…", contestó Ofelia.

Me preparé para ir a Madrid, pero antes comencé a llamar a nuestros amigos más cercanos para ponerles al corriente. Llamé a los amigos en el Ministerio de Exteriores español, a parlamentarios, eurodiputados. Algo podía haber pasado con Oswaldo y temíamos por su vida y por la del joven Harold Cepero, acompañante de Oswaldo en ese viaje y uno de los más activos líderes del Movimiento Cristiano Liberación dentro de la isla. Todos se mostraron sumamente preocupados y me aseguraron que de inmediato se iniciarían gestiones para tener más noticias e intentar protegerles.

Antes de salir de casa volví a llamar a Cuba, no habían transcurrido 15 minutos. Esta vez quien respondió fue Rosa María Payá, hija del fundador del MCL. "Lo mataron, Regis. Mataron a mi papá…". Intenté animarla, aunque mi voz estaba quebrada.

En la parada del autobús una amiga me llamó y la esperanza nuevamente llegó. Habían comunicado con la isla ella y un sacerdote, y en el hospital les confirmaban que cuatro personas, dos extranjeros y dos cubanos, habían ingresado por un "accidente" y estaban vivas… No podía esperar a llegar a nuestra oficina y encontrarme con el padre Pablo Cervera, con Leticia, Cayetana, con Carlos Payá, nuestro representante en España y hermano de Oswaldo. La noche nos traería mejores noticias. Esa certeza no me abandonaba…

En nuestra oficina, Carlos, aunque lo intentaba disimular, no podía evitar la angustia ante la pérdida de su hermano mayor. Llegaban nuevos SMS espeluznantes de Ángel: "¡Auxilio! El hospital está militarizado". Nos confirmaban desde Suecia que en el primer mensaje enviado por Modig se aseguraba que un automóvil de la Seguridad del Estado que les perseguía los sacó de la carretera. El joven de los democristianos suecos luego y hasta la fecha insistirá en su amnesia, pero fue él quien, en el hospital, dio a Carromero los teléfonos que Harold Cepero llevaba y le había entregado antes de que fueran retirados de la escena de los hechos los dos extranjeros, secuestrados violentamente por los sicarios del régimen cubano. Tuits de líderes de Nuevas Generaciones del Partido Popular amigos de Carromero y Modig, en contacto vía SMS con ellos esas primeras horas, aseguraban que habían sido atacados y que Oswaldo y Harold habían sido asesinados.

Cada vez que podíamos comunicarme con alguno de nuestros hermanos de lucha en Cuba y en el exilio no podíamos disimular la opresión. Hablamos con Ernesto Martini, con Félix Rojas. Con Tony Díaz, Alexis Rodríguez, Jesús Mustafá, José Miguel Martínez, Omar Rodríguez, hombres que resistieron los duros años de presidio, que trabajaron entregándolo todo con un valor sereno pero firme por la liberación de Cuba. En este terrible momento no podíamos estar allí, junto a Oswaldo y Harold. Estábamos todos derrumbados.

Transmitimos a todos nuestros amigos en el Gobierno español, en el Ministerio de Exteriores, en el Congreso y en el Parlamento Europeo, toda la información que nos llegaba. Se la dimos a la prensa, a todos.

Se nos pidió discreción para poder salvar las vidas de Ángel y Modig. Fuimos lo más discretos que pudimos todos esos días, todas esas semanas, todos esos meses; hasta que Carromero finalmente regresó a su patria luego de un calvario de torturas, amenazas y silencio –impuesto también para sacarle de aquel infierno–. Nadie nos negó ni nos ha negado nunca aquella secuencia de hechos, tal como la conocimos desde el primer. Todos saben lo que pasó.

Muchos en Cuba y en el mundo se han puesto del lado de la razón; son muchos más quienes han demandado imparcialidad, sí, pero para que se investiguen –por instituciones internacionales– aquellos hechos, que sabemos desde el primer momento fueron el resultado criminal de un atentado premeditado y bochornoso.

El MCL sigue vivo, porque Oswaldo y Harold nos acompañan siempre. Acompañan a esos héroes que dentro de la isla continúan trabajando con mucho valor y serenidad por la libertad y los derechos de los cubanos.


Regis Iglesias, expreso político cubano, portavoz del Movimiento Cristiano Liberación (MCL).

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