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Regis Iglesias

’Peccata minuta’... ¡No para nosotros!

El régimen cubano no ha perdido su esencia intrínsecamente perversa y nada ha cambiado en la Isla.

El cardenal Ortega está de visita en Madrid estos días. Ha venido a presentar este 10 de mayo, precisamente en el 15º aniversario de que la presentación de la iniciativa de ley Proyecto Varela, con el respaldo constitucional de 11.020 ciudadanos cubanos, su libro Encuentro, diálogo y acuerdo.

Monseñor Ortega recuerda los eventos que en 2010 culminaron en el destierro de varias decenas de prisioneros políticos a España, luego de unas conversaciones entre el régimen cubano, la Cancillería española y él mismo como mediador. Prisioneros que sufrieron ocho años de injusto secuestro por ser gestores del referendo sobre el Varela.

Esos mismos exprisioneros desterrados a los que se niega el derecho de regresar a vivir a su propio país.

Pero el cardenal no ha venido a Madrid para hablar sobre los ciudadanos que aún permanecen en prisión, como el doctor Eduardo Cardet, coordinador nacional del Movimiento Cristiano Liberación (MCL). Eso respondió a una pregunta en la conferencia que, junto al excanciller español Miguel Ángel Moratinos, se celebró hoy en la Casa América de la capital española. Y no, no es peccata minutapara nosotros.

El tema son los cambios, o, para ser más exactos, los cambios-fraude que el régimen ha implementado en los últimos años para intentar lavarse la cara y asegurar el continuismo del Estado de No Derecho en la Isla, en beneficio de esa casta que detenta el poder en Cuba desde hace más de medio siglo. Las cosas han cambiado en Cuba, según se desprende tácitamente de las palabras de Su Eminencia; ergo, y esta es la conclusión para muchos, el presidente del Gobierno español, don Mariano Rajoy, y Su Majestad el Rey, don Felipe VI, pueden pisar tierra mambisa sin ningún problema. Mejor aún, los buscavidas y los peseteros que desde la Península quieran continuar o iniciar aventuras mercantiles en un país donde sus ciudadanos no pueden hacerlo tienen el camino abierto, y ya no hay más obstáculos para que desde Europa, fundamentalmente desde España, se demande el respeto a la persona humana, a sus derechos individuales y a la soberanía popular en Cuba.

Una amiga, la de la pregunta incómoda sobre los prisioneros políticos que siguen de rehenes de Raúl Castro, luego se le acercó a saludarle y le preguntó por mí, por mi deseo de regresar a mi país a trabajar por los cambios que verdaderamente inicien y consoliden una transición que garantice todos los derechos para todos los cubanos.

El cardenal tuvo palabras de recuerdo y cariño para esta oveja suya y su familia, que agradezco.

Mi amiga periodista le recordó mi deseo de regresar a Cuba. Él le respondió que ya muchos podían hacerlo y que entraban y salían de la Isla sin ningún problema. Ella le recordó que desde las muertes sin aclararde Oswaldo Payá y Harold Cepero, en 2012, yo había hecho gestiones con la Cancillería española para que el régimen cubano reconociera mi derecho a regresar y vivir en mi propio país. "Claro, pero a Regis el régimen no le permitirá regresar para que organice el Movimiento Cristiano Liberación… Para eso no creo que le dejen regresar".

Yo tampoco lo creo por ahora. Pese a lo que se vende en España, en Europa, en el mundo, el régimen cubano no ha perdido su esencia intrínsecamente perversa y nada ha cambiado en la Isla, por mucho que se nos quiera vender la mercancía podrida del cambio-fraude.

Aun así, seguiré insistiendo, es mi derecho y el de todos los cubanos, aunque el régimen continúe violándolo, aunque muchos lo ignoren. No es muy difícil para un español, por mucho que le quieran vender otra cosa, entender que hasta que don Juan de Borbón y Battenberg, jefe de la Casa Real española en el exilio, oSantiago Carrillo y otros exiliados no pudieron regresar a España y los partidos políticos fueron legalizados no se pudo hablar de inicio de cambios verdaderos por estos lares.

Tampoco en la isla de Cuba, mientras los exiliados no podamos regresar, mientras los cubanos todos no puedan entrar y salir libremente de su propio país, no puedan asociarse en organizaciones políticas, sindicales, sociales; mientras quede un solo cubano tras las rejas por defender la justicia; mientras los cubanos no tengan derechos económicos; mientras no pueda cada cubano hacer válido su voto, elegir y ser elegido libremente; mientras la soberanía popular continúe secuestrada, no hay cambios, no hay lavados de cara válidos y menos justificados, como intentan algunos cómplices ávidos de poder y ganancias, para premiar a un régimen despótico como el que aún oprime a los cubanos.

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