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Ricardo Medina Macías

El dólar y los equilibrios inestables

Para eso sirven los precios, para que constantemente la economía de cada cual –persona, empresa, nación– busque nuevos equilibrios inestables.

La pregunta no es si es bueno o es malo el dólar barato, sino si se trata de un precio que refleja la oferta y la demanda sin interferencias ni manipulaciones. En términos generales así es, y por eso incentivará una corrección en la conducta de los agentes económicos hasta llegar a un nuevo equilibrio inestable.

En tono de sorna, un amigo economista compartía la siguiente perplejidad: "¿Por qué muchos economistas mexicanos que presumen de ser campeones de la ortodoxia dicen que es bueno hoy para la economía de Estados Unidos un dólar devaluado, pero se horrorizarían si uno propusiera la misma receta para México: un peso devaluado para estimular la economía, vía mayores exportaciones?"

La pregunta es hábil, pero tramposa. ¿Por qué? Porque el dólar barato no es producto de una manipulación deliberada –lo que antes se llamaba pomposamente "política cambiaria"–, sino el resultado de un desequilibrio en el flujo comercial entre Estados Unidos y el mundo que busca un nuevo acomodo, un nuevo equilibrio inestable.

Dicho en forma esquemática: a Estados Unidos le ha tocado jugar el papel, en el tablero de la economía mundial, del gran consumidor, gran deudor y gran receptor de capitales. La relación China-Estados Unidos de los últimos años –a partir de la liberalización sui géneris de China hacia un capitalismo acotado y autoritario– dibuja muy bien este esquema: China produce, Estados Unidos consume; China ahorra (en dólares) y Estados Unidos se endeuda (en dólares).

De tiempo en tiempo este equilibrio, inestable por fuerza, se rompe, algo que se refleja en el precio del dólar e incentiva un cambio temporal y parcial de papeles: China también debe consumir más –so pena de que los chinos se rebelen– y Estados Unidos también debe ponerse a vender más y consumir un poco menos –so pena de no poder seguir consumiendo por el peso de sus deudas–; por eso la pregunta no es si el dólar barato es bueno o es malo, sino si es un precio que refleja esta dinámica incesante de los equilibrios inestables que caracteriza al desenvolvimiento económico (progreso) en una economía globalizada.

Para eso sirven los precios, para que constantemente la economía de cada cual –persona, empresa, nación– busque nuevos equilibrios inestables.

Es un pequeño ajuste, en el ciclo largo, para que Estados Unidos siga en su papel de gran consumidor, deudor y receptor de ahorro del mundo.

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