Menú
Ricardo Medina Macías

El virus de la improductividad

La vieja Europa no sólo está achacosa, la están matando a golpes de ideología romántica.

La productividad no es asunto ideológico. De la enfermedad de la "vieja Europa" se ha contagiado, con singular entusiasmo, el nuevo gobierno socialista de España.
 
El 14 de septiembre en Madrid, José Luis Rodríguez Zapatero acuñó una de esas grandes frases de pancarta que entusiasman a cierta prensa romántica: "La vieja Europa está como nueva". Lo dijo justamente rodeado de Jacques Chirac y de Gerhard Schroeder y se ganó, como era de esperarse, las primeras planas en periódicos y telediarios.
 
Volver al regazo de Francia y Alemania, la vieja Europa, es la meta de los socialistas españoles obsesionados en desandar el camino andado por el gobierno de José María Aznar.
 
El problema es que este asunto de la "vieja Europa" no es de afinidades ideológicas o de simpatías más o menos románticas. Es también, y sobre todo, un asunto de competitividad económica en la aldea global. Y ahí, por más que hable Zapatero de que encuentra a la abuelita como un roble, la verdad es que la vieja Europa está más que achacosa y renuente a tomar la medicina con la que podría rejuvenecerse. Esa medicina se llama productividad y no se despacha en la botica de las ideologías.
 
El propio Zapatero ya está viendo que el asunto no es de apreciación estética. Muy pronto se ha encontrado con la vejez de la "vieja Europa" en sus narices. Los astilleros navales Izar propiedad del gobierno español enfrentan la peor de las crisis que dejaría en la calle a 30 mil trabajadores, simplemente porque sus costos laborales están 30 por ciento por encima de los de sus competidores. En los últimos tres años, los astilleros europeos en promedio han perdido 12 puntos de participación en el mercado mundial y hoy sólo tienen el siete por ciento del pastel. Y dentro de Europa probablemente los astilleros de Izar sean los de más baja productividad.
 
Hace unas semanas, el gobierno de Zapatero autorizó un alza salarial de siete por ciento a los trabajadores de los astilleros y prometió que cuidaría que ni un solo trabajador quedase desamparado. Imprudente, porque poco después la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) de España divulgó un plan de privatización parcial de los astilleros y reconoció que la empresa es insostenible en sus condiciones actuales.
 
Seguir manteniendo esos improductivos astilleros con recursos de los contribuyentes –echar más dinero al barril sin fondo– no sólo es claramente injusto para el resto de los españoles, sino que contraviene las disposiciones de la Unión Europea que prohíben ese género de subvenciones estatales.
 
Lo fácil es echarle la culpa al gobierno anterior –que alguna tendrá– y a los astilleros de los países asiáticos que compiten "deslealmente" (ya se sabe que toda competencia que nos supera es, por definición política, "desleal"), pero la realidad toca a la puerta. Se llama productividad.
 
La vieja Europa no sólo está achacosa, la están matando a golpes de ideología romántica.
 
© AIPE
 
Ricardo Medina Macías es analista político mexicano

En Libre Mercado

    0
    comentarios