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Ricardo Medina Macías

España, de revolcones a revolcones

La reciente sesión de investidura y votación del nuevo jefe de gobierno de España empezó de malas para él, porque el líder del Partido Popular le dio un memorable revolcón parlamentario.
 
No tiene nada de malo que en una democracia la oposición logre poner contra las cuerdas a un flamante gobierno. No tiene nada de malo si eso sucede con las armas de la razón, de los datos duros, de la elegante ironía, de la cortesía parlamentaria, ya que eso obliga al gobernante cuestionado a esmerarse en beneficio de toda la sociedad, no sólo de quienes votaron por él.
 
Eso le acaba de suceder a José Luis Rodríguez Zapatero, quien se encontró, en el Congreso de los diputados de España, con un sorprendente Mariano Rajoy –nuevo líder de la nueva oposición en España que ahora es el Partido Popular-, contundente, preciso, implacable en las razones y en las exigencias.
 
Más de algún español habrá pensado, al escuchar a Rajoy, “nos hemos perdido de un excelente jefe de gobierno”. Quién sabe. Los “hubiera” nada valen en estos asuntos. Lo cierto es que ahora hay en España un formidable líder de la oposición que en el Congreso no le dejará pasar una al nuevo jefe del gobierno español.
 
De la actuación y de las respuestas de Zapatero lo más benévolo que se puede decir es que pudieron haber sido peores. Quedó a deber, como bien se lo señaló Rajoy, definiciones específicas sobre asuntos cruciales para el futuro de España: autonomías, política económica, política exterior, protagonismo en la Unión Europea, relación con Estados Unidos y con Hispanoamérica. Responder, como hizo Zapatero, que ya tiene una propuesta interesante para introducir la igualdad de género en la sucesión monárquica es decepcionante.
 
Ver y escuchar esta sesión parlamentaria, con políticos inteligentes, en la que la batalla fue sin cuartel, pero sin artificios engañosos, sin conductas que rayan en la delincuencia, sin demagogias ni delirios de persecución, es alentador. Algún día, la mayoría de los políticos y de la política que se hace en México serán de esa altura y de ese talante.
 
Porque si los políticos inteligentes como Rajoy saben dar contundentes revolcones a sus adversarios, con el más cortés de los lenguajes y la más fina de las ironías, los nuevos populistas que padecemos en Hispanoamérica –en cambio­­– sólo atinan a dar sermones mesiánicos como suele hacerlo el señor Hugo Chávez o a buscar villanos que distraigan la atención de los problemas reales, como suele hacerlo Néstor Kirchner, o cosas peores.
 
Para cerrar bien ese día, el gobierno de México votó a favor de los derechos humanos de los cubanos. México no votó en contra de Cuba, sino a favor de los cubanos, a menos que se piense –como lo hacen algunos fanáticos- que el anciano barbón que tiraniza esa isla es el dueño y señor absoluto de vidas y haciendas.
 
Ricardo Medina Macías, analista político mexicano.

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