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Ricardo Medina Macías

¿Por qué damos las gracias al comprar y vender?

Los beneficios del comercio libre los disfrutamos todos, aun aquellos que juran que en este mundo sólo hay ejercicios y juegos de "suma cero", en los que sólo se puede ganar a costa de hacer perder a otro.

Por supuesto que damos las gracias por elemental educación, pero también porque sinceramente –cuando estamos en un mercado libre con varios competidores– agradecemos un intercambio del que hemos salido ganando.

Es una escena cotidiana. Llega un cliente a una cafetería, pide un café de tal o cual tamaño y con tales o cuales características, recibe su café, paga y da las gracias al dependiente, quien, a su vez, también da las gracias al cliente al recibir el dinero.

No sólo es cortesía, el cliente está satisfecho de deshacerse de una parte de su dinero a cambio de obtener un café, y el dependiente –o el dueño– del establecimiento también está agradecido de recibir dinero a cambio de deshacerse de una porción de sus existencias de café. Los dos, comprador y vendedor, están agradecidos porque perciben un beneficio en el intercambio.

Esta observación, que sólo es trivial en apariencia, la hizo hace algunas semanas uno de los autores del muy recomendable blog Café Hayek y desde entonces ha estado dando vueltas en mi cabeza, confirmándome lo maravilloso que resulta el libre comercio como un juego cotidiano de ganar-ganar.

Los beneficios del comercio libre los disfrutamos todos, aun aquellos que juran que en este mundo sólo hay ejercicios y juegos de "suma cero", en los que sólo se puede ganar a costa de hacer perder a otro. Psicológicamente, esa incapacidad para entender que hay diversidad de preferencias –mientras yo prefiero el café, el señor de la cafetería prefiere el dinero– y que eso es lo que permite intercambios provechosos hace a ese tipo de personas amargadas y poco agradecidas.

Sería terrible que permitiésemos que un déspota benevolente decidiese quién debe ganar y quién debe perder en un intercambio. Pero eso –la intervención del déspota benevolente en nuestras vidas así sea en forma velada– es lo que sucede cuando nos enfrentamos a un monopolio o a un oligopolio o a un control de precios.

Por eso los mexicanos jamás recibiremos una cartita de fin de año de parte de la petrolera estatal PEMEX diciéndonos: "¡Gracias por su preferencia!". ¿Gracias por mi preferencia? ¿Qué preferencia, si no me han dejado elegir? No, en ese caso no hay nada qué agradecer y sí mucho que lamentar.

En Libre Mercado

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