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Richard W. Rahn

El camino a la recuperación

Gran parte del problema de la crisis actual es que los políticos en Washington están en una cacería de brujas, tratando de señalar y castigar a supuestos culpables. Y no entienden que el remedio no es aumentar aún más la deuda pública.

¿Qué cree usted que pasaría si el presidente Obama anunciara que ya no está pensando en aumentar los impuestos sobre ganancias de capital, dividendos, Seguridad Social, sucesiones y energéticos?

Lo más probable es que subiría el precio de las acciones, pero arreglar solamente la parte fiscal seguramente no frenaría la caída de la economía. La política fiscal tiene que ver con impuestos, gastos gubernamentales y regulaciones. Mientras que la política monetaria se refiere principalmente a las medidas instrumentadas por el Banco Central (Reserva Federal) para controlar el crecimiento del circulante (la oferta de dinero).

Hay muchos culpables del actual desastre, especialmente:

  • La Reserva Federal, cuyos errores iniciaron la crisis.
  • El Gobierno de Bush por no controlar sus gastos.
  • El Congreso por fomentar créditos hipotecarios irresponsables, promulgando regulaciones destructivas y una ley de estímulo económico despilfarradora.
  • Ahora, el Gobierno de Obama empeora todo lo anterior y propone medidas lesivas al intercambio comercial internacional que, además, provocará que empresas norteamericanas muden plantas industriales a otros países.

Es, desde luego, recomendable que los individuos tengan más activos que pasivos y eso es vital para empresas e instituciones financieras. El problema, tanto para las personas como para las compañías, es que en la medida que cae el valor de los activos, se reduce considerablemente la relación entre activos y pasivos.

Cuando la economía marcha bien, no hay problema en vender algunos activos para reducir deudas. Pero cuando muchos están tratando de vender activos de todo tipo (casas, terrenos, acciones, fábricas, etc.) para pagar deudas pendientes, caen los precios de todo y se crea una espiral deflacionista.

Gran parte del problema es que los políticos en Washington están en una cacería de brujas, tratando de señalar y castigar a supuestos culpables. Y no entienden que el remedio no es aumentar aún más la deuda pública, algo que sólo causaría mayor desconfianza.

El camino a la recuperación económica y de la confianza continúa siendo bloqueado por aquellos que insisten en políticas intervencionistas y contraproducentes. 

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