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Richard W. Rahn

La competencia en impuestos

¿Qué pensaría usted si los gobiernos decidieran que todo el mundo debe manejar el mismo automóvil y que éste costará 50 mil dólares? La excusa para ello sería que algunos países logran fabricar autos más baratos que otros y que eso no es justo, porque las naciones con altos costos de producción pierden mercado. Además, todos los autos deben llevar asientos de cuero porque de lo contrario sería perjudicial para los sindicatos de curtidores que se utilicen telas baratas.

Suena absurdo, pero es exactamente el razonamiento expuesto por las naciones europeas con altos impuestos que insisten que los países con impuestos bajos los aumenten a su mismo nivel. El resultado de eso sería tan perjudicial para los trabajadores en países con impuestos bajos como la absurda imposición del modelo único de automóvil.

Los países europeos acusan a Estados Unidos, a Suiza y a otras naciones con impuestos más bajos de “competencia injusta”. El argumento utilizado se basa en su creencia que el gasto gubernamental es mejor que el gasto privado y que la competencia en impuestos socava la recaudación por parte de los gobiernos, para así poder expandir el estado benefactor.

Los economistas dedicados al área de elección pública, como el premio Nobel James Buchanan, argumentan que la competencia entre los gobiernos es beneficiosa porque reduce el derroche gubernamental y les impone cierta disciplina a los políticos. También indican que los políticos invariablemente tratan de gastar el dinero de los contribuyentes en proyectos que los beneficien y los ayuden en su reelección, en lugar de proyectos que benefician al ciudadano común y corriente.

En una recién publicada investigación de la muy respetada Oficina Nacional de Investigaciones Económicas, titulada “Por qué a Europa debe gustarle la competencia en impuestos y más aún a Estados Unidos”, sus autores, Eckhard Janeba y Guttom Schjelderup, examinan los pros y los contras, concluyendo que la evidencia favorece a la competencia. La investigación indica que al aumentar la competencia en impuestos se benefician los ciudadanos, porque se reducen los gastos gubernamentales no productivos, incluyendo los beneficios directos a los políticos.

Otros estudios indican que las democracias parlamentarias imponen impuestos más altos que los gobiernos presidencialistas, como es el caso de Europa versus Estados Unidos.

Se sabe que los políticos siempre tratan de aumentar los gastos del gobierno en su propio distrito, mientras distribuyen su costo entre los votantes de todo el país. Quienes lo logran, aseguran su reelección.

Como Estados Unidos y otros países que han sido más responsables en materias fiscales que los europeos, las naciones europeas están ahora tratando de conseguir información sobre las ganancias de sus ciudadanos en terceros países. El estudio antes citado le da todas las armas que la oficina del Impuesto (IRS) de Estados Unidos necesita para rechazar de plano la propuesta europea, por ser perjudicial tanto para los europeos como para los americanos.

© AIPE

Richard W. Rahn es presidente de Novecom Financial y académico asociado del Cato Institute.

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