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Rigoberto Stewart

Asimetrías en el TLC

El hecho de que los norteamericanos tengan mayores ingresos que los centroamericanos se debe en gran medida a que ellos, en promedio, son más productivos que nosotros

Uno de nuestros negociadores señaló que “Centroamérica pretende obtener una asimetría importante en el programa de desgravación, lo cual significa que nosotros abriremos menos en más tiempo, mientras que Estados Unidos lo haría más rápido y de forma inmediata". Un ejemplo típico de esa asimetría es que EEUU abre su mercado ya y el país centroamericano lo hace gradualmente a lo largo de 15 años. Para justificar esta diferencia en apertura, los negociadores esgrimen el argumento de la “asimetría” que existe: EEUU tiene una economía muy grande, mientras que las economías centroamericanas y de República Dominicana son pequeñas.
 
Pero, ¿cuál es el verdadero significado de “asimetría entre las economías” y qué relevancia tiene? Para empezar, las economías no comercian y los países tampoco; sólo los individuos lo hacen. Por el argumento presentado concluimos que los estadounidenses son, en promedio, más ricos que nosotros los centroamericanos. Pero ese dato es irrelevante por cuanto lo único importante son las circunstancias de las personas que entran en relaciones comerciales. Del lado centroamericano hay dos tipos de individuos: los que venden bienes y servicios a los estadounidenses y los que compran a los estadounidenses.
 
Cuando los gobernantes invocan la fantasía de la asimetría para pedir hasta 15 años para eliminar aranceles, lo que pretenden es que los centroamericanos que venden a los norteamericanos tengan acceso inmediato y libre a ese mercado (venden todo sin aranceles ni otros impedimentos); pero que los centroamericanos que compran bienes de EEUU tengan que esperar 15 años para tener libre acceso a ellos.
 
Por la lógica asimétrica, la mayoría de los centroamericanos que compran bienes de EEUU son más pobres que los norteamericanos y también son más pobres que los grupos que exportan bienes de nuestros países a EEUU. Entonces, ¿cómo se justifica que los pobres tengan que esperar 15 años para lograr los beneficios que los más ricos logran de inmediato?
 
Lo lógico y justificable es que el exportador centroamericano tenga libre acceso inmediato al mercado de EEUU para que le paguen altos precios por sus productos y, al mismo tiempo, que el ciudadano común centroamericano tenga también acceso inmediato a los bienes baratos que el norteamericano le pueda vender. ¿Cómo pueden negarle ese derecho al conciudadano pobre?
 
El hecho de que los norteamericanos tengan mayores ingresos que los centroamericanos se debe en gran medida a que ellos, en promedio, son más productivos que nosotros. Pero, lejos de ser un factor negativo, como sostienen los asimetristas, tal desigualdad entre las productividades es una condición indispensable para el intercambio de bienes y servicios. Y lo es tanto a escala nacional como en el plano individual. A escala nacional, la desigualdad entre las productividades y los ingresos conduce a la división internacional del trabajo y el intercambio de bienes. Adam Smith nos enseñó que es ventajoso para la gente de un país especializarse en aquellos bienes que produce con ventaja de costos. David Ricardo agregó la ley de costo comparativo, según la cual también es provechoso para un país especializarse en aquellos artículos que produce con ventaja comparativa.
 
En el plano individual, la desigualdad entre las productividades promueve la división del trabajo y el comercio entre los hombres. El intercambio de bananos por manzanas entre centroamericanos y estadounidenses constituye un buen ejemplo: nosotros somos más productivos que los gringos en el cultivo del banano y los gringos más productivos en el cultivo de manzanas.
 
¿Renegociación? Muchos grupos exigen la renegociación del TLC con los Estados Unidos, pero en la dirección incorrecta: pretenden menos libertad comercial –y más pobreza—para los más pobres. Un buen entendimiento de la asimetría nos indica que se debe modificar el TLC, pero en la dirección de mayor libertad comercial inmediata para todos los centroamericanos, no solamente para los más ricos, los empresarios exportadores. Esa modificación, por fortuna, no requiere renegociación alguna; puede ser un acto unilateral de cualquier gobierno. Lo único que tienen que hacer los gobernantes nuestros es decirle al gobierno de Estados Unidos que ha ocurrido un milagro, que han visto la luz y que en vez de 20 años para desgravar el arroz y los lácteos, 15 años para desgravar el azúcar, los aceites, la carne de res y la carne de cerdo, y 500 años para la papa y la cebolla, abrirán nuestro mercado de inmediato, en beneficio de nuestra propia gente.

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