Menú
Robert J. Barro

Gore, fanático ambientalista

El reciente aumento de los precios petroleros pone de relieve el gran contraste entre los dos candidatos presidenciales: George W. Bush favorece el aumento de la oferta, incluyendo las exploraciones en Alaska. Al Gore pone énfasis en la necesidad de reducir la demanda petrolera y por razones ambientales se opone a las exploraciones en Alaska, lo cual demuestra su rechazo a cualquier análisis costo/beneficio sobre el medio ambiente. Aunque tales cálculos pueden ser difíciles, hay que hacer evaluaciones para poder tomar decisiones, por lo que pretender que cualquier daño ambiental tiene un costo infinito es una posición irracional.

Los beneficios de la exploración en Alaska son de alrededor de 9 mil millones de dólares, asumiendo una producción de un millón de barriles, a comenzar dentro de cinco años, vendidos a razón de 25 dólares el barril. Aunque los beneficios iniciales irán a las empresas petroleras, ellos se extienden a todos los consumidores de energía. Y el costo tiene que ver con la hipótesis de daños a zonas desoladas que la mayoría de nosotros jamás veremos.

Como a Gore se le considera experto en el medio ambiente es extraño que este tema no haya recibido más atención durante la campaña electoral. Sin embargo, podemos predecir cuáles serán sus políticas consultando su libro publicado en 1992, “La tierra en la balanza: ecología y el espíritu humano”. El libro es sorprendente por las posiciones extremistas del autor en todas las causas favoritas de los ambientalistas, incluyendo el recalentamiento terrestre, pérdida de la capa de ozono, preservación de especies en peligro de extinción y de las selvas tropicales. La tesis es que nosotros los humanos somos unos devoradores de energía y peligrosos enemigos del medio ambiente, por lo que los políticos ilustrados deben combatir de frente tal tendencia.

Esa actitud condujo a Gore a defender la prohibición del motor de combustión interna para el año 2017. La manera como ve el transporte automotor lo resume así: “tiene poco sentido que cada uno de nosotros queme toda la energía necesaria al viajar con varios miles de libras de metal a todas partes que vamos”. De tal manera que Gore cree que el atractivo que los automóviles tienen para los americanos no proviene de su conveniencia como modo de transporte, sino que se trata de un tipo de locura masiva.

Gore ve la amenaza al medio ambiente como algo tan grave y tan inminente que lo compara con el holocausto nazi: “En los años 30, cuando la noche de los cristales rotos reveló las intenciones de Hitler con respecto a los judíos... Estados Unidos y el resto del mundo fueron lentos en actuar... Ahora, advertencias de otro tipo nos señalan un holocausto ambiental sin antecedentes... De nuevo, los líderes del mundo titubean... Sin embargo, hoy en día la evidencia del horror es tan claro como el sonido de los cristales destrozados en Berlín”.

Gore a continuación compara el peligro ambiental con las injusticias de la esclavitud: “Casi todos los pertenecientes a la generación que escribió la Constitución eran parcialmente ciegos cuando se trataba de los derechos inalienables de los americanos negros y esclavos... Hoy en día, casi todos son parcialmente ciegos respecto a nuestra conexión con el mundo natural”. Algunos admiran esa pasión, pero para mí es ofensiva e irresponsable.

Es innegable que la manera de pensar de Gore en cuanto a la energía y al medio ambiente es extremista, en comparación con la opinión del americano promedio. Entonces uno se pregunta cómo los votantes lo consideran seriamente para presidente. Pienso que la gente pone en duda que Gore crea lo que dice o cuenta con que el Congreso lo frene. Lamentablemente, los presidentes de Estados Unidos tienen mucho poder para ejecutar sus políticas energéticas y del medio ambiente. Por lo tanto, me parece prudente creer lo que Gore dice y considerar que se trata de una grave amenaza que se vayan a poner en práctica las ideas que expone en el libro “La tierra en la balanza”.

© AIPE

Robert R. Barro es profesor de economía de la Universidad de Harvard y académico de Hoover Institution.

En Internacional

    0
    comentarios