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Roberto Blum

El destape político

Los caricaturistas se están dando vuelo con el presidente Fox. No hay día en que no aparezcan en la prensa sus caricaturas, algunas realmente sangrientas, otras realmente graciosas, todas haciendo uso de un derecho básico en los países libres. ¿Desde cuándo este derecho fundamental había sido conculcado? Hoy se vive en México un verdadero destape en la expresión y en la crítica política. Un destape muy saludable después de la muy breve primavera maderista hace ya 90 años.

Vicente Fox es un personaje único. Su estatura y su personalidad. Sus botas, sus bigotes y su voz. Su forma de hablar. Fox sin duda tiene un especial carisma. No puede pasar desapercibido en ningún escenario. Siempre destaca. Siempre produce controversia. La mayoría de los mexicanos aprueban su forma de ser y de actuar. Unos cuantos, intelectuales y académicos le desaprueban todo. En ese sentido Vicente Fox sigue siendo un "provocador" que con sus provocaciones nos hace a todos reflexionar sobre lo que ha estado mal, muy mal durante décadas en México. Fox no es un simple administrador del statu quo. Tampoco es un "político de tiempos normales". Su gracia es ser capaz de articular una visión de futuro y destapar lo que tanto tiempo hemos mantenido en la oscuridad, bajo las alfombras, en los sótanos y en las catacumbas de este complejo, cruel y hermoso país. Fox a diario nos cuestiona lo que creíamos más sagrado y fundamental. En realidad, el presidente Fox es un iconoclasta. Su misión parece ser destruir los numerosos ídolos que tanto adoramos.

Incluso algo tan personal como su boda con Martha Sahagún ha replanteado todo el tema del matrimonio religioso en un país que goza de plena libertad religiosa. Muchos comentarios desató esa boda. La mayor parte de los comentaristas en la prensa se lanzaron contra la iglesia Católica. Casi todos con un total desconocimiento del tema y haciendo gala de un rabioso jacobinismo a todas luces anacrónico. Es su derecho, pero también su responsabilidad. Quizás uno de los comentarios más atinados fue aquel en el que se planteaba que "al matrimonio católico sólo se debe entrar cuando la pareja esta comprometida y dispuesta a cumplir con la promesa que se hacen mutuamente de ser esposos para siempre". Si los novios tienen cualquier duda, ¿para qué comprometerse a un matrimonio que no se puede romper jamás? Hacer las cosas sólo por costumbre, por tradición o por presiones sociales es una forma muy pobre de llevar la vida.

Ahora surge, desde otro ángulo, la discusión sobre la posible nulidad del matrimonio civil Fox-Sahagún por no haber cumplido estrictamente con el exagerado formalismo de nuestras leyes civiles vigentes. También es una tormenta en un vaso de agua, pero una que nos hace reflexionar sobre el prurito formalista de todas nuestras leyes y que al final de cuentas significa un gran costo económico para la sociedad mexicana.

El tiempo perdido en cumplir trámites burocráticos inútiles es carísimo. Obtener una simple licencia de manejo o un pasaporte puede significar varios días perdidos. Denunciar el asesinato de un niño y aportar las pruebas que debería buscar por su cuenta el ministerio público, declarar y vigilar la acción del aparato de justicia puede costarle a la familia víctima semanas enteras de peregrinar de oficina en oficina y de funcionario en funcionario. Abrir cualquier negocio es un vía crucis burocrático, pero tratar de cerrarlo es un verdadero viaje por los círculos infernales del Dante. Pagar impuestos todavía sigue siendo un acto de heroísmo. La reforma hacendaria debe ir en la dirección de simplificar el pago de impuestos.

Así las cosas, lo que ahora estamos viviendo en México es el comienzo de un verdadero destape, un destape todavía parcial y que el país necesita para limpiar el fétido ambiente que heredamos de un pasado corrupto y autoritario.


© AIPE

Roberto E. Blum es presidente del CILACE, fundación privada de estudios públicos.

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