Menú
Roberto Blum

Partidos y partiditos políticos

La escandalosa información sobre el manejo familiar del PSN (Partido de la Sociedad Nacionalista) es solamente otro de los escándalos que nuestro sistema de partidos y partiditos, verdaderos parásitos del presupuesto público. El PSN, por ejemplo, recibe unos 100 millones de pesos anuales de dineros gubernamentales que benefician a la familia propietaria del partido. Si son los Rioja o los González los dueños de dos partidos políticos poco importa, porque los otros partidos también tienen nombres y apellidos. Unos son propiedad de unos cuantos individuos, otros de familias y tribus que por tradición los detentan desde siempre o de verdaderas “famiglias” mafiosas con todo y “capos,” soldados y “consiglieri.”

Pero, la culpa y la última responsabilidad de esto no es de ellos, los actuales beneficiarios, sino de los gobiernos priístas de los últimos 40 años y sus adláteres políticos que fueron creando el exquisito mecanismo de control depredador que llamamos sistema de partidos. El pretexto fue la democracia. ¿Cómo lograr una democracia moderna sin partidos políticos? Sin duda es imposible, pero, la respuesta de quienes buscaban mantener el control político para seguir extrayendo rentas indebidas y beneficiarse a costa de la mayoría, fue falaz, tramposa y sin duda exitosa. Si un partido único no puede producir democracia, hay que construir varios. Lo ideal es tener muchos partidos. Mientras más, mejor. Más democracia. Todos los mexicanos podríamos así estar representados por el partidito que fuera el más cercano a nuestro “corazoncito”.

Los políticos que durante 70 años detentaron el poder no eran idealistas soñadores sino hombres y mujeres muy pragmáticos. Sabían lo que era posible y lo que no. El recién fallecido profesor Hank González fue sólo uno de los últimos y más exitosos exponentes de esta camada de políticos mexicanos. Ellos sabían que mientras más partidos políticos hubiera, más difícil sería para la verdadera oposición unificarse y echarlos fuera del gobierno mediante el voto. No sólo dividieron a quienes se oponían al desgobierno de la “familia revolucionaria,” sino que fueron –maquiavélicamente– creando partidos y partiditos a la derecha y a la izquierda del PNR/PRM/PRI para mantenerse ellos en el “mero mero” centro de la política mexicana. Bien conocían el profundo conservadurismo de un pueblo pobre y oprimido como es el nuestro.

Hoy las cosas están comenzando a cambiar. Pero hoy por desgracia, los múltiples intereses creados alrededor del viejo sistema político depredador se están volviendo a afianzar. En las elecciones del 2003 probablemente se cierre la última oportunidad de cambiar de sistema de partidos y construir otro que verdaderamente responda a las necesidades de crecimiento del país. México requiere de un sistema de partidos menos costoso. Un sistema en el que los partidos busquen por sí mismos su propio financiamiento, sin duda con una buena regulación y de manera transparente. Un sistema en el que los ciudadanos y no las dirigencias sean los dueños de los curules en el Congreso. Un sistema partidista que permita a los ciudadanos empujar los cambios sin tantos obstáculos y dificultades. Un sistema –probablemente bipartidista– que promueva la unidad y no la diferenciación al absurdo. Sólo así podremos conquistar el futuro que deseamos.

© AIPE


Roberto E. Blum es presidente del CILACE, fundación privada mexicana de estudios públicos.

En Internacional

    0
    comentarios