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Rod D. Martin

Recordando a Kennedy

El 22 de noviembre se cumplieron 40 años del asesinato del presidente John F. Kennedy, pero mucho de lo publicado estuvo dirigido a proclamarlo como héroe del Partido Demócrata, comparándolo con su hermano menor, el senador Edward Kennedy. Pero la memoria de Kennedy sigue viva en el corazón de muchos norteamericanos, no sólo de los izquierdistas, y las razones para ello son algo que los seguidores de su hermano preferirían olvidar.
           
JFK no fue un conservador, pero tampoco apoyaría las políticas de su hermano y de la izquierda actual. Dos importantes asuntos, su lucha contra el totalitarismo y sus reducciones de los impuestos, lo apartan completamente de la ideología izquierdista.
           
Los historiadores consideran a Kennedy un soldado de la Guerra Fría porque veía al comunismo como un mal tan espantoso como el nazismo y una amenaza a la libertad del mundo entero. Lejos de bajar la cabeza frente a la Unión Soviética, Kennedy apoyó la política de contención instrumentada desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
 
Aunque la mayoría de la izquierda de entonces se oponía a negar concesiones a los soviéticos, Kennedy criticó la entrega de Europa oriental a los comunistas por parte de Franklin Roosevelt en la conferencia de Yalta en 1945 y se sumó a los republicanos en culpar al gobierno de Harry Truman y al Departamento de Estado por la caída de China a manos comunistas cuatro años más tarde. Hablando en la Cámara de Representantes, JFK dijo: “La responsabilidad de este fracaso… cae enteramente en la Casa Blanca y en el Departamento de Estado”.
 
Kennedy también confrontó la subversión comunista dentro de Estados Unidos. Como miembro del Comité Laboral de la Cámara de Representantes contribuyó a declarar culpable a un líder sindical comunista. Luego, en el Senado, apoyó al senador Joseph McCarthy en sus investigaciones. En enero de 1955, luego de la caída de McCarthy, Kennedy se sintió molesto y se marchó durante un banquete donde hablaba el periodista Edward Murrow, quien odiaba a McCarthy. Tres años más tarde, durante una cena en Harvard, cuando el conferenciante comparó a McCarthy con el espía soviético Alger Hiss, JFK le reclamó con las siguientes palabras: “¿Cómo se atreve usted a comparar a un gran patriota americano con un traidor?” Y de nuevo se retiró en señal de protesta.
 
Kennedy no estaba de acuerdo con los métodos utilizados por McCarthy pero, al contrario del ala izquierda del Partido Demócrata, nunca negó la realidad de los hechos: que el Departamento de Estado bajo Roosevelt en los años 30 y 40 estaba penetrado por comunistas. En 1960, Eleanor Roosevelt, la viuda del presidente, hizo todo lo posible para tratar de impedir que el Partido Demócrata seleccionara a Kennedy como candidato presidencial.
           
El presidente Kennedy, a mitad de su mandato, propuso una considerable reducción de los impuestos para todos los ciudadanos, lo cual causó consternación en el ala izquierda de su partido, que prefiere derrochar el dinero de los contribuyentes en supuestos estímulos a la economía.
           
Kennedy mantenía que “las tasas actuales de hasta el 91% no sólo reducen el consumo sino que desalientan las inversiones y fomentan… la evasión en lugar de la producción de bienes… Nuestro sistema impositivo actual… reduce los incentivos financieros para el esfuerzo personal, realizar inversiones y asumir riesgos”. Eso es exactamente lo mismo que sostienen los economistas de la oferta y Kennedy propuso la reducción de la tasa máxima de impuestos sobre la renta del 91% al 65%.
           
Para cuando Kennedy fue asesinado, su propuesta estaba atascada en el Congreso por la oposición de muchos de su propio partido. Fue su sucesor, el presidente Lyndon Johnson, quien logró su aprobación el año siguiente, en homenaje a JFK.
           
Desde entonces, la historia en relación con los impuestos y el totalitarismo le ha dado la razón a Kennedy. Luego de la caída de la Unión Soviética, en 1991, fueron revelados los archivos de la KGB. Los comunistas habían logrado infiltrar el Departamento de Estado y a otras dependencias gubernamentales. Y el resultado del recorte de impuestos fue aún mejor de lo previsto: la productividad se disparó, las recaudaciones se doblaron y la prosperidad volvió, todo lo cual se repitió tras los nuevos y dramáticos recortes impositivos del presidente Ronald Reagan. Y algo parecido se comienza a notar con los recortes efectuados por el actual gobierno de Bush.
           
La actuación presidencial de Kennedy se sigue estudiando y debatiendo, pero hay algo que ya está claro: en la actitud frente a las tiranías y en los impuestos, Kennedy no fue un presidente de izquierdas.
 
© AIPE
 
Rod D. Martin es fundador y presidente de Vanguard PAC.

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