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Ronald Bailey

Triunfó el pro[-]teccionismo

Las ambiciosas negociaciones de la Quinta Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio fracasaron ante las posiciones irreconciliables entre los países ricos y los países pobres. En la noche del domingo 14 de septiembre, los negociadores de los países pobres estuvieron celebrando lo que pronto se darán cuenta que ha sido una victoria pírrica. El hecho que también están celebrando los cabilderos de los productores de algodón y de la industria textil de EEUU, junto con los agricultores europeos debe ser motivo de preocupación para los países pobres. En lugar de adoptar nuevas reglas que faciliten y liberalicen el intercambio, aumentando los ingresos mundiales en unos 230 mil millones de dólares, lo cual sacaría de la pobreza a unas 200 millones de personas, los países pobres no lograron nada en Cancún.

El colapso de las negociaciones se debió a las confrontaciones en el campo agrícola. Los países en desarrollo exigían que las naciones industrializadas eliminaran totalmente sus subsidios internos a la agricultura y a las exportaciones agrícolas. Se habían organizado en un bloque llamado G-20 (también G-33) que incluye a Brasil, China, India, Kenya y Sudáfrica que insistía en que se les permitiese “proteger” a sus agricultores, imponiendo aranceles a las importaciones agrícolas de los países ricos. En otras palabras, las naciones G-20 exigían que los países ricos abrieran sus mercados, mientras ellos mantenían cerrados los suyos. La Unión Europea tiene también mucha culpa del fracaso, por su insistencia en que se incluyeran en el acuerdo reglas sobre las inversiones, cuando 100 países lo habían rechazado.

¿Qué sucederá ahora? El colapso de las negociaciones significa que los sectores protegidos de todo el mundo seguirán recibiendo subsidios y cobrando de más a los consumidores. Es más, el mundo puede confrontar una nueva ola proteccionista en momentos difíciles para la economía mundial. Las ONG de los países ricos seguirán sus campañas para debilitar a la OMC y bloquear el libre comercio, a la vez que tratan de incorporar cláusulas ambientales y laborales en los futuros acuerdos del la OMC. El énfasis en las negociaciones comerciales será en arreglos bilaterales y regionales, en lugar de mundiales. Y los países grandes no están interesados en incluir a los pequeños en tales acuerdos.

La única declaración oficial de la conferencia fue una declaración indicando que los ejecutivos de la OMC se reunirán en Ginebra el 15 de diciembre para decidir cómo avanzar. Los únicos que resultaron ganadores en Cancún fueron los intereses creados de industrias protegidas y moribundas, los agricultores subsidiados de los países ricos y los ideólogos globalifóbicos. Mientras que los verdaderos perdedores son los cientos de millones de gente pobre que se hubieran beneficiado consiguiendo empleo, obteniendo mejores ingresos y logrando un más alto nivel de vida por los precios más bajos que produce la liberalización del comercio internacional.

Ronald Bailey es corresponsal de © AIPE en Cancún.

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