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Rubén Loza Aguerrebere

Hacia las elecciones internas

Dentro de un año se realizarán en Uruguay las elecciones primarias en todos los partidos políticos, pero la actividad ha comenzado hace tiempo. Algunos partidos, por lo que sabemos, se saltarán esa instancia, escogiendo en sus cúpulas una fórmula que evite la confrontación interna. Es el caso del izquierdista Frente Amplio o Encuentro Progresista, que, según dicen, repetirá la fórmula de las elecciones pasadas, la que perdiera en el ballotage con Jorge Batlle. La integran Tabaré Vázquez, un médico por demás eficaz en decir una cosa y al día siguiente la contraria y llamándose luego a prudente silencio por varios días, y el senador Nin Novoa, quien originariamente ocupara un cargo de gobierno por el Partido Nacional o Blanco.

Los otros dos partidos en cuestión son el Colorado y el Nacional o Blanco. En cuanto al primero, hay una sola gran duda. ¿Será o no candidato, por tercera vez, Julio María Sanguinetti, presidente de Uruguay de 1985 al 90 y de 95 al 2000? Hay quienes dicen que no lo ha decidido aún, pero que seguramente estará en carrera. En caso de no serlo, podría ocupar su lugar el ministro del Interior, Guillermo Stirling, quien lleva ya dos períodos en tal cargo y, ciertamente, cuenta con el respeto de los uruguayos (la izquierda incluída). Se le ha mencionado, asimismo, como posible candidato del Partido Colorado a la alcaldía de Montevideo, que está en manos del izquierdista Frente Amplio. Para completar la fórmula colorada a la presidencia se ha mencionado con insistencia el nombre del actual ministro de Economía, Alejandro Atchugarry, un destacado senador que asumió el Ministerio en el peor momento de la historia del Uruguay, y hoy puede decir que ha pasado lo peor (que fue muy, muy duro), que han disminuído los daños de esa situación y que se ha alcanzado una credibilidad respetable. Tanto es así, que ello le ha llevado a plantear mecanimos de reactivación a los partidos políticos, pidiéndoles, a su vez, que hablen menos del calendario electoral y trabajen más en favor del mediano plazo, incluso para poder garantizar ciertas reglas de juego a quien gane en el 2004.

Pero, eso sí, el ministro Atchugarry ha declarado que no será candidato. “Tengo una decisión personal y familiar en contrario desde hace mucho tiempo”. ha dicho. “Y el hecho de de haber tenido que asumir este trabajo la ha vuelto absolutamente definitiva”. La situación hacia dentro, en los Colorados, parecería haberse complicado con aquellas declaraciones, pero son, por cierto, duchos en estas lides y cuentan con experiencia y tiempo por delante para planear su estrategia.

El Partido Nacional o Blanco está en carrera con varios candidatos aspirando a la presidencia. El primero en salir al ruedo fue Sergio Abreu, ex senador y antiguo Canciller, a quien se considera el arquitetcto del Mercosur. Recientemente lo hizo, también, senador y dos veces alcalde de Paysandú, Jorge Larrañaga, quien dentro del liberal Partido Blanco se desliza por una senda de centro izquierda. Aún no lo ha hecho, pero se descuenta que será candidato, el ex presidente de Uruguay, Luis Alberto Lacalle, quien de todos modos lidera las encuestas de opinión dentro de la interna nacionalista. A la pregunta: ¿a quién preferiría como candidato a la presidencia?, el 42% escogió a Lacalle; el 29% optó por Larrañaga, en tanto el 11% lo hizo por Sergio Abreu. Si bien se mencionaron otros canditos para las primarias entre los Blancos, éstos no pasan de cuatro o cinco puntos por ciento y, al parecer, carecen de toda chance. El voto de Lacalle es más conservador que el de Larrañaga. Los números muestran un crecimiento en el Partido Nacional, con miras a la presidencia de la República, la que obtuvo en 1989, y que en 1971 y 1994 perdió por sólo dos puntos porcentuales del electorado. En 1985 fue su peor votación histórica (debido a errores en confrontación interna), lo que se hizo evidente, de todos modos, seis meses después cuando obtuvieron catorce alcandías de las dieicinueve en disputa.

Si bien esto recién comienza, dada la fuerte consolidación de los partidos políticos (el Blanco y el Colorado son los más antiguos de la historia; ambos nacieron con el Uruguay), podría afirmarse que no hay lugar para inesperados candidatos que aspiren a postularse por fuera de las tres fuerzas políticas vigorosamente enraizadas en el país.

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