Mientras desde Alemania la justicia solicita a tres militares de la dictadura, el general Rafael Vidella, Massera y Suárez Mason, en la Argentina se publica, en fecha casi coincidente, un libro que sostiene que Hitler y su mujer Eva Braun, vivieron en una finca (aún en pie en medio de un bosque de pinos e inaccesible salvo por lancha, de la que se muestra una fotografía) en Villa la Angostura, bañada por aguas del famoso lago Nauhuel Huapi, a sólo 80 kilómetros de Bariloche. La citada casa se llama “Inalco” que, en la lengua de los indígenas, significaba, precisamente, “cerca del agua”, está situada en un bosque de pinos.
El singular libro pertenece al periodista Abel Basti, quien ha realizado profusas indagaciones, sobre todo para la televisión europea. El autor dice contar con testimonios de pasajeros de los numerosos submarinos alemanes que llegaron a la Patagonia al fin de la guerra, y le sigue los pasos a Hitler, Martin Borman, Mengele y Eichmann. De esta manera se aleja de las más recibidas teorías del suicidio del líder nazi y de su mujer.
En dos palabras, se trata de una guía de los diversos lugares donde vivieron, en esta zona del mapa, Hilter, su mujer y jeraracas máximos del nazismo. El libro se titula “Bariloche nazi: guía turística”, y abunda en documentos y fotografías, y ciertamente su mayor atractivo está en los planos permitirían a los curiosos e intrépidos lectores llegar a los lugares donde se refugiaron los miembros de la flor y nata del nazismo. De acuerdo a lo que sostiene el mencionado periodista, Hitler estuvo no solamente en aquella casa (que pertenecía a alguien muy cercano al General Perón) en la Patagonia, a más de mil quinientos kilómetros de Buenos Aires, sino también en una hacienda llamada “San Ramón”, propiedad del principado alemán de Schaumburg Lippe.
La guía de los lugares de Hitler en la Argentina apela a numerosas especulaciones y, según su autor, se sustenta en la información que dice poseer, tan abundosa como para un nuevo libro que ya está redactando. Por ahora, éste se venderá muy bien, sin duda, más allá de la desconfianza que pueda merecer a los lectores, quienes ya lo están solicitando, inclusive del otro lado del río de la Plata, en las librerías del balneario uruguayo Punta del Este, al que llegaron este verano del Sur los argentinos en forma masiva (como hace años no se veía) no solamente en procura de sol y playa, sino en busca de paz y tranquilidad ante la ola de violencia y secuestros en el gran Buenos Aires. Pero este es otro tema.