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Rubén Loza Aguerrebere

Uruguay: la mirada interior

En Uruguay, salvo en las vacaciones de enero, siempre estamos preparando para algo. Ahora, nada menos que las elecciones nacionales. Mientras el conglomerado de izquierdas Frente Amplio/Encuentro Progresista, ha iniciado ya su camino hacia las elecciones internas (en junio) con una fórmula que no tendrá rivales internos y, triunfalistas como es habitual en ellos, caminan hacia la victoria nacional que esperan obtener en la primera vuelta, en octubre venidero, los dos partidos tradicionales del Uruguay (que son los más antiguos del mundo, dicho sea de paso, el socialdemócrata Partido Colorado y el liberal Partido Blanco o Nacional) están planificando sus estrategias, que serán diversas. Y que se pondrán en funcionamiento en pocos días.
 
La izquierda propone una vez más la fórmula integrada por el médico Tabaré Vázquez (capaz de decir una cosa y al día siguiente, sin inmutarse, la contraria) como presidente y al ex integrante del Partido Blanco, Nin Novoa, quien fuera Intendente (o gobernador) de su Departamento, Cerro Largo, militando en el Partido Blanco. Éste, cuando quedó fuera de juego y sin cargos, pidió pase a la izquierda, la que ve en él un candidato que acaso pueda capturar votos de los blancos, dándole asimismo un barniz menos marxista. Cabe mencionar que en la izquierda uruguaya es marxista y en ella conviven socialistas, comunistas y, entre otros partidos minúsculos, los ex guerrilleros tupamaros. Pero eso no se dice. Ciertamente, esta fórmula ha sido bendecida por el presidente argentino Néstor Kirchner .
 
En cuanto al Partido Colorado (que está en el gobierno, pues Jorge Batlle derrotó con el apoyo del Partido Blanco a la mencionada de izquierdistas Vázquez-Nin Novoa) concurriría a las internas (todas son el mismo día) con una fórmula de consenso. Y, en este momento, se habla con insistencia que estaría integrada por el dos veces presidente, Julio María Sanguinetti, y, como vicepresidente, el Ministro del Interior, Guillermo Stirling, quien ha batido récords al frente de esa secretaría de Estado, pues la ocupó durante buena parte de la presidencia de Sanguinett y todo el período del presidente Jorge Batlle. Goza de un elevado prestigio en toda la ciudadanía. Hasta hace bien poco, debemos señalar, se habló de el posible candidato a vicepresidente sería el actual senador y ex Ministro de Economía, Alejandro Atchugarry, quien asumiera esa cartera en el peor momento de la historia del país, abandonándola, ordenada y con el Uruguay en recuperación. Atchugarry, una de las personalidades sobresalientes del mundo político uruguayo, ha declinado ese cargo.
 
Más compleja es la situación en el liberal Partido Blanco, en cuya elección interna participarán varios candidatos. Por el momento, están el ex presidente (entre 1990/95) Luis Alberto Lacalle de Herrera (nieto de Luis Alberto de Herrera quien, con Batlle y Ordóñez, tío abuelo del actual presidente, son las figuras de mayor relevancia en la historia política de este país); el ex Canciller y ex Ministro de Industrias, Sergio Abreu, considerado el arquitecto del Mercosur; el senador Francisco Gallinal, nieto de un destacado legislador y escritor, y el senador Jorge Larrañaga, dos veces Intendente (o gobernador de su Departamento natal, Paysandú), el más joven de todos, y al cual las encuestas muestran como posible triunfador. Se estima que éste conformaría una fórmula presidencial con quien ocupe el segundo lugar en las elecciones internas. Y se descuenta que, en caso de fuera el ex presidente Lacalle, éste aceptará tal distinción designando a alguno de sus políticos más cercanos, mencionándose en este sentido al joven senador Luis Alberto Heber. Estos cuatro candidatos Blancos, en el mes entrante, podrían de todos modos ir fusionándose, hasta polarizarse en dos bandos: Lacalle y versus Larrañaga.
 
El complejo mapa interno muestra un país que ha comenzado a desarrollarse y cuyo pico de crecimiento más elevado coincidiría con las elecciones nacionales. Un país, vale recordarlo, que no ha dejado de pagar la deuda externa y ha logrado una negociación de bonos modélica, al punto de que la misma (según expertos internacionales) podría servir como ejemplo para otros países.
 
Las certidumbres en la política liberal llevadas adelante desde el regreso de la democracia, el pragmatismo y la sensatez, constituyen la base de los dos partidos tradicionales, ante las promesas tan extravagantes (con re-estatizaciones incluídas) y los complejos profundos y provincianos de la izquierda, cuyos emblemas característicos son los derechos humanos, el antiamericanismo y la adhesión sin límites al tiranosaurio cubano.
 
¿Queremos un país verdaderamente moderno o convertirnos en un enclave anacrónico? El camino recién comienza, y el país de esta semana no es el de la próxima ni el del mes que viene.

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