El cariz que están tomando los acontecimientos es para no dormir tranquilos. Cada día tengo más claro que, como en otras ocasiones, el PSOE nos va a vender, a pesar del acuerdo que Zapatero y Rajoy han suscrito para reconducir la situación. El pacto por la justicia que suscribieron con el PP en el poder fue directamente a la basura en cuanto el PSOE se hizo con la Moncloa. El pacto antiterrorista, a pesar de un texto claro y contundente, ha sido amenazado con “reinterpretaciones” por una de las partes en alguna ocasión, y ya veremos en qué queda ahora que las tornas han cambiado. Aún más siniestros, los precedentes del País Vasco y Cataluña son para echarse a temblar.
El PSOE gobernó con el PNV durante años en el País Vasco, poniéndose al servicio de una ultraderecha vasca que extendía sus tentáculos por todas partes asfixiando cualquier posibilidad de una sociedad civil libre, es decir, el mismo modelo que los socialistas han aplicado en Andalucía o Extremadura. Mientras, muchos socialistas caían muertos a manos de los nacional-socialistas que, cosa curiosa, acabaron pactando con el PNV. Una puñalada más. Los desgarradores artículos de Rosa Díez y Fernando Savater en el diario El País traían consciencia y memoria a unos lectores cloroformados que siguen sumergidos en un inquieto sueño de confusión. Pero lo grave del caso no son las traiciones al PSOE sino que, entregándose ellos, entregaron también a sus representados atados de pies y manos, huérfanos de toda protección. Ahora el PSOE asesora abiertamente al PNV sobre cómo pueden salirse con la suya sin levantar olas. Parece no importarles el destino de sus votantes, abandonados a su suerte en un barco de locos gobernado por un capitán que no tendrá piedad de ellos cuando se hagan a la mar.
En Cataluña la cosa ha sido aún más descarada, si cabe. Allí ni siquiera se presenta el PSOE a las elecciones autonómicas, y la entrega de su base electoral al nacional-socialismo catalán ha sido total y explícita. Ni una sola palabra de protesta o acto de resistencia por parte del PSOE a treinta años de abusos del nacionalismo en Cataluña, que ha desembocado en una situación de marginación de buena parte de la población catalana. Más claro agua: en Cataluña la base electoral socialista vota PSOE en las generales, que gana siempre, pero se abstienen masivamente en las elecciones autonómicas, negándose a votar al PSC. Así durante años, una y otra vez, derrota tras derrota. En las últimas elecciones autonómicas el PSC ha perdido diez escaños nada menos (lo mismo que la radicalizada CiU). Ni por esas captan el mensaje. El PSC sigue pescando en el caladero del PSOE para alimentar su propio proyecto totalitarista de corte nacionalista. Se las han ingeniado también para controlar al PSOE (Zapatero es Secretario General por Maragall), sin permitir que el PSOE les condicione en nada a ellos, logrando así la supeditación a su política no sólo de los potenciales votantes socialistas en Cataluña, sino también de los del resto de España, quieran o no, les voten o no les voten.