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Santiago Abascal

¿Por qué arrancamos en Covadonga?

Covadonga es el corazón de nuestra nación, de nuestra cultura, de nuestras costumbres y valores.

Ya son varios los que me preguntan el motivo de la elección de Covadonga como arranque de nuestra campaña electoral. Espero con estas líneas calmar su curiosidad y a su vez concienciar a los lectores de la importancia de tan simbólico lugar. Covadonga es el corazón de nuestra nación, de nuestra cultura, de nuestras costumbres y valores. Covadonga es el bastión de lo que fue el último reducto de aquellos hombres y mujeres que no se rindieron, que no claudicaron ante el invasor ni ante la bajeza moral imperante en la sociedad. Covadonga fue durante muchas generaciones el hogar de esos heroicos desplazados que dejaron todo atrás y que lucharon hasta su último aliento para preservar su identidad y poder así trasmitírsela a sus hijos como la más preciada de las joyas.

En el año 711 España se perdió por primera vez. Las tropas de Don Rodrigo, último rey visigodo, fueron derrotadas por Tarik a orillas del río Guadalete. Hoy sabemos, para vergüenza propia, que el cruce del Estrecho no hubiera sido posible sin la ayuda de Don Julián, gobernador visigodo de la actual Ceuta, el cual puso a disposición del invasor los medios necesarios. Por desgracia, no acabó ahí la traición. Alcanzada la ansiada orilla, las tropas musulmanas se vieron en superioridad numérica gracias a la desbandada que realizaron gran parte de los nobles godos, que ni siquiera entablaron combate. Y es ahí, a partir de la cobardía, donde nació la claudicación. Tras la derrota, la mayor parte de los nobles visigodos se pusieron al servicio de los nuevos amos. Muchos de ellos, incluso convirtiéndose al islam y renunciando a lo más sagrado que tiene un ser humano, su identidad y su libertad.

La decadencia de la España visigótica se produjo por la propia debilidad interna. El ansia de poder, la corrupción moral existente y las continuas conspiraciones internas de los nobles propiciaron el caldo de cultivo para que la cultura musulmana se estableciera en la península.

Solo unos pocos, muy pocos a decir verdad, se refugiaron en las montañas de Asturias. Renunciaron a placeres y comodidades. Cambiaron sus viviendas por grutas, la tranquilidad por el continuo hostigamiento musulmán. De entre ellos, un líder, Don Pelayo que al mando de un grupo de valientes plantó cara al opresor, consiguiendo en Covadonga la primera victoria en el año 722. La Reconquista había comenzado.

En Vox estamos orgullosos del ejemplo de aquellos antepasados guerreros. Y tratamos de emularles en su perseverancia, y en su valentía. También les emulamos en su soledad. Somos el único partido que denuncia la corrupción política y la pérdida de cohesión nacional que ha generado el disparatado sistema de las autonomías. Un sistema que empobrece al ciudadano y consume en favor de una clase política corrupta los recursos que deben ser destinados a la defensa de los más desfavorecidos. Por eso estamos determinados a terminar con las comunidades autónomas, el Senado, el Tribunal Constitucional, las televisiones autonómicas y todo el entramado de empresas públicas y privadas apadrinadas por políticos de todos los partidos. Recortaremos a los políticos, no a los ciudadanos.

Pero en Vox cada vez estamos menos solos cuando advertimos del combate del siglo; de la pelea entre libertad y la sumisión. Son muchas las voces en Europa que empiezan a alertar de los peligros del multiculturalismo. La última de ellas ha sido la del socialista francés Manuel Valls, que se ha visto obligado a pedir un mayor control de las fronteras europeas. Mientras tanto, la inmensa mayoría de la clase política española colabora o contemporiza con la expansión del Islam en nuestro suelo. Desde Vox nos atrevemos a denunciar alto y claro el error que supone continuar aceptando de manera indiscriminada una inmigración musulmana que no se está integrando en nuestras sociedades. Una falta de integración que, como hemos visto en París, es la base para que los fundamentalistas conviertan a una parte de los jóvenes musulmanes europeos en yihadistas.

En Vox estamos convencidos de que la familia es el pilar en el que se basa la sociedad. Mientras todos los demás partidos, incluido el Partido Popular, han aceptado la agenda social de Zapatero, en Vox defendemos la vida del ser humano en el seno materno. Sin ningún tipo de complejos, apoyaremos a las familias para que puedan tener hijos y frenar así el suicidio demográfico de nuestra nación. A diferencia de otro partidos como Ciudadanos, que insisten en mantener la Educación para la Ciudadanía, nosotros apoyaremos siempre que sean los padres, no el Estado, quienes decidan la educación moral que van a recibir sus hijos.

Y también somos los únicos que exigimos la aplicación de nuestra Constitución a rajatabla y que los golpistas separatistas sean encerrados de una vez por todas. Estamos solos en esta exigencia, sí. Pero acompañados por millones de españoles que hoy estaban espiritualmente presentes en Covadonga.

Estos son los motivos por el que hemos comenzado nuestra campaña electoral en la cuna de la Reconquista. No importa que aún parezcamos pocos. Al Igual que aquellos primeros españoles, estamos convencidos de que merece la pena luchar por nuestras ideas y que, aunque hayamos elegido el camino más difícil, terminaremos venciendo.

Porque nuestra identidad es la libertad, nuestra herencia y nuestro anhelo es la unidad de España, y nuestra seña es la perseverancia secular.

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