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Santiago Abascal

Un tiempo nuevo a la derecha

El PP es un partido en descomposición, a pesar de todo el poder que todavía conserva.

El PP es un partido en descomposición, a pesar de todo el poder que todavía conserva.

Además de su propio reinado, Felipe VI inaugura una hora decisiva para la nación. España necesita una reforma profunda que ataje las múltiples crisis que la están sofocando, como aquella hiedra de la que advertía Ramiro de Maeztu, en otra época difícil. El desastre económico –que tiene responsables y culpables aún no imputados– ha destapado toda la podredumbre, los errores, traiciones y falsedades sobre los que unos pocos estaban construyendo su poder o directamente su fortuna. Por eso ahora asumimos también que, además de en la economía, hay una profunda crisis en lo moral, en lo social, en lo político y en lo territorial.

A juzgar por ciertos gestos y murmullos, parece que ya hay quien pretende manejar esta hora crítica en su particular beneficio. No tengo la menor duda de que a Felipe VI van a tratar de embaucarle los charlatanes de siempre, pretendiendo convencerle de que la única forma de consolidar la Corona es cediendo ante quienes la desprecian y la insultan a diario. Incluso es muy probable que le aconsejen que lidere la culminación del llamado proceso de paz, como remedo de un 23-F que sirva para fortalecer el reinado. Se barajan sobre este asunto ideas que pudieran parecer delirantes, como una monarquía confederal que amparase la independencia de hecho de Cataluña y del País Vasco y Navarra; y que se cimentaría con numerosos indultos a terroristas, haciendo caso a esa izquierda creciente que ya trata a Otegui como a su Mandela. Nadie otorgaría credibilidad a estos rumores apocalípticos si no fuera porque Bolinaga está de paseo, la Generalidad continúa en rebeldía y Rajoy sigue preocupado por la lluvia. Sin embargo, es de esperar que el nuevo rey haya comprobado –como lo ha hecho toda nuestra generación– que es imposible construir la unidad otorgando crédito y poder a quienes sólo pretenden la ruptura. Y que el nacionalismo y la izquierda radical interpretan cualquier gesto generoso –desde la amnistía al estado autonómico– como síntomas de debilidad del sistema que pretenden liquidar. Hoy cabe esperar –y hasta exigir– que la Corona no repita los mismos errores que tanto dolor y tanta miseria han provocado, y que desautorice a los que se empeñan en liquidar la nación y la libertad. Tal y como dijo el mismo rey en su proclamación, necesitamos "una monarquía renovada para un tiempo nuevo".

Ya sabemos que en las épocas turbulentas de la historia las minorías decididas son capaces de imponerse a las mayorías silenciosas. En España sucede que, más que silenciosa, esa mayoría está silenciada, porque la deslealtad del Partido Popular con sus votantes ha dejado sin representación política a amplísimas capas sociales. No durará mucho, porque sus sucesivas traiciones, la larga marcha hacia el centrorreformismo y más allá, el complejo ante lo progre y el fantasma de UCD lo convierten en un partido en descomposición, a pesar de todo el poder que todavía conserva. Por todo esto, ya sabemos que es imperativo construir una derecha renovada para el tiempo nuevo.


Santiago Abascal, secretario general de Vox.

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