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Sergio Valentín

Si sólo fueran Benítez y Cristiano...

Defender a Ronaldo es ponerse una venda en los ojos y no querer ver la realidad. Cualquier parecido entre este Cristiano y el del pasado es mera coincidencia.

Defender a Ronaldo es ponerse una venda en los ojos y no querer ver la realidad. Cualquier parecido entre este Cristiano y el del pasado es mera coincidencia.
Cristiano Ronaldo y Rafa Benítez, durante el Sevilla-Real Madrid. | LD

Nunca he sido fan de los extremos, y menos cuando hay que enjuiciar el trabajo de tantos profesionales como hay detrás de un equipo como el Real Madrid. No me considero luisherreriano, máximo crítico de su equipo. Ni tampoco postulo mucho con su oposición, el partido liderado por Juanma Rodríguez, que está tranquilo. Dice que los números son buenos y que hay muchas lesiones. Ni tanto ni tan calvo. El Madrid no es un drama, pero sí hay síntomas para preocuparse porque un partido como el de Sevilla sí se veía venir. Ahí estaban las paradas de Keylor o el aviso ante el PSG, una victoria que no engañó a nadie. La alarma se ha encendido. El rumbo establecido no es el adecuado, y si no se varía, no terminará en buen puerto.

¿Por dónde empezar? Supongo que lo más fácil sería comenzar con Benítez o Cristiano Ronaldo. Y tendría sentido. Para eso son el máximo responsable deportivo y la estrella del equipo, respectivamente. Pero el problema del Real Madrid, y valga aquí la redundancia, es que tiene demasiados problemas. Tantos que por primera vez en mucho tiempo, vi cómo los jugadores, a excepción de James, parecían desear el final del partido. No creían en la remontada. Eso es demoledor, y más si luego el entrenador sólo dice que les faltó continuidad tras los primeros 30 minutos. No, Benítez. Al Madrid, a tu Madrid le faltó mucho más y, para desgracia de sus aficionados, son errores que se repiten.

Conjuntamente, el Real Madrid presenta deficiencias importantes. Sí hay fondo físico. Sus futbolistas corren mucho. Más que los rivales en muchas ocasiones, pero su presión es imprecisa -pasó ante el PSG con Kroos corriendo en solitario y sin sentido- y excesiva al pretender adelantar la línea durante todo el partido. Han conseguido robos y goles de esta forma, pero Ronaldo o Bale no son jugadores que vayan a asimilar este trabajo durante 90 minutos. Al final, consciente o inconscientemente, el equipo se tira para atrás porque no tiene otro remedio para defenderse. Sin la presión en campo rival, cualquier equipo grande apostaría por un juego colectivo y de posesión. Faceta que este Madrid todavía no domina. Evidentemente es capaz de trenzar jugadas largas con muchos pases, pero contemporiza en exceso su ventaja. Un control falso ya que carece de profundidad. Cuando su rival, de cierto nivel, aprieta, es incapaz de dominarle con la pelota. Sin presión y sin la pelota, la única respuesta posible es el contraataque. Opción valida por supuesto, pero en el Madrid, esto sólo debería ser un recurso y no el ABC. Pasó ante Atlético de Madrid, Celta de Vigo, PSG o Sevilla. La única excusa válida que tiene Benítez son las lesiones. Y cada vez menos porque va recuperando efectivos.

Hay errores que vienen de pretemporada. No hay lateral izquierdo salvo Marcelo, ni delantero centro al margen de Benzema. Y esto nos lleva al otro punto caliente de esta crítica: Cristiano Ronaldo. Su futuro pasa por una posición que él no asimila. Pretende abarcar más terreno del que debería. Algo que le perjudica a él -mostrando sus crecientes carencias de velocidad, regate y juego de combinación-, pero también al equipo, que no tiene una referencia ofensiva. Defenderle es ponerse una venda en los ojos y no querer ver la realidad. Cualquier parecido entre este Cristiano y el del pasado es mera coincidencia. Está incómodo, no disfruta en la posición de nueve y cada vez que puede la evita. Incluso diría que está frustrado. Sino no se entiende las dos agresiones sin balón en los últimos dos partidos.

Luego está Danilo, que debe mejorar la defensa; Kroos y su inexplicable estado de forma y algunas decisiones del banquillo. Ante el Sevilla, Benítez apostó por un 4-3-3 sin ayuda en ambas bandas y el Sevilla lo aprovechó al máximo con dos laterales ofensivos más Konoplyanka y Vitolo. No hubo reacción de entrenador y James, que fue lo más positivo en el partido, salió tarde -justo tras el segundo gol- y por Isco, sin arriesgar nada. Hubo mejoría pero menos de lo que hubiera conseguido si hubiera tenido a los dos en el campo. Lo peor es que, cuando entró James, hacía tiempo que el Madrid estaba en la lona y esperando sin respuesta que sonara el pitido final. Es como si no creyeran en sí mismos.

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