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Steve H. Hanke

China sustituye a Japón como el malo de la peli

Los políticos extranjeros deben dejar de despotricar contra el yuan y permitir que el Gobierno chino se concentre en respetar los derechos de propiedad intelectual y mejorar los controles de seguridad y salubridad de sus exportaciones.

Desde 1975, Estados Unidos ha tenido déficit comercial (más importaciones que exportaciones) año tras año. No es algo sorprendente porque el ahorro en este país es menor que las inversiones. El déficit comercial puede ser reducido con una combinación de menor gasto gubernamental, menor consumo privado y menores inversiones. Pero eso no es lo que dicen los políticos en Washington ni los grupos de interés, que nos muestran que son verdaderos "machos" mercantilistas.

Es una lástima porque la reducción del déficit comercial no debiera estar entre los objetivos del Gobierno, pero a la gente en Washington le fascina esa guerra que tanto daño hace a nuestro país y a nuestros socios comerciales.

Desde comienzos de los años 70 hasta 1995, Japón fue considerado como "el enemigo". Los mercantilistas insistían que las prácticas comerciales japonesas eran injustas y que el déficit comercial se reduciría si Japón revaluaba su moneda con respecto al dólar. Washington trató incluso de convencer a Tokio de que era conveniente para Japón que su moneda –el yen– se revaluara constantemente. Lamentablemente, Japón les hizo caso y el yen se revaluó de 360 por dólar en 1971 a 80 por dólar en 1995.

En abril de 1995, el entonces secretario del Tesoro Robert Rubin se dio cuenta demasiado tarde que esa gran apreciación del yen estaba provocando que la economía japonesa se hundiera en un pantano deflacionario. Japón sigue sufriendo las consecuencias de la apreciación del yen.

Con la caída de la economía japonesa se redujo el déficit comercial de Estados Unidos del 60% en 1991 a alrededor de 11%. Pero mientras bajaba el déficit con Japón, ascendía con China, del 9% en 1990 a casi el 28% el año pasado. A partir de entonces la moneda china, el yuan, reemplazó al yen japonés como chivo expiatorio de los mercantilistas estadounidenses.

Aunque la contribución al déficit comercial de EEUU por parte de Japón y China se ha reducido del 70% en 1991 al 39% el año pasado, los mercantilistas siguen manteniendo que el yuan está muy subvalorado. No quieren que los consumidores estadounidenses compren mercancías chinas baratas. Por eso los proteccionistas de ambos partidos amenazan con imponer aranceles a las importaciones chinas si ese país no revalúa significativamente su moneda. Incluso alegan que a China le convendría tal cosa.

Existe el precedente de los productores de plata en Estados Unidos durante el Gobierno de Franklin Roosevelt, que lograron que el intervencionismo del Estado aumentara el valor de la plata un 128% entre 1932 y 1935. En aquel entonces el yuan chino se regía por el patrón plata y China cayó en una depresión, disminuyendo su producto interno bruto un 26% entre 1932 y 1934, año en que abandonó el patrón plata. Ese fue el comienzo del fin para el régimen nacionalista de Chiang Kai-shek, el cual sería reemplazado por los comunistas.

No hay que repetir la historia. Los políticos extranjeros deben dejar de despotricar contra el yuan y permitir que el Gobierno chino se concentre en respetar los derechos de propiedad intelectual y mejorar los controles de seguridad y salubridad de sus exportaciones.

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