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Susana Moneo

Por un puñado de dólares

Algún día nos explicará este gobierno qué grandes beneficios económicos ha sacado de la visita del ayatolah Jatamí. La verdad es que por todos los esfuerzos realizados, las concesiones y el rechazo a nuestras costumbres, el sátrapa Jatamí ha debido venir cargado de dólares. Dólares a cambio del reconocimiento a un régimen fanático, totalitario, amoral, represivo e integrista. Porque eso ha sido. Un reconocimiento a quien ha ejecutado a 400 personas en lo que va de año, a quien lapida a las mujeres y basa su régimen en el desprecio por los derechos humanos.

No sólo le hemos recibido. Le hemos dejado hablar, bueno, le han dejado hablar, incluso de Cervantes y de El Quijote, naturalmente a su modo. De la indignación hemos pasado a la vergüenza.

Jatamí, que ya dejó clarito que aquí se iba a imponer su protocolo, no se ha descuidado y ha sacado provecho de la bisoñez de nuestros políticos. Ha criticado a Estados Unidos –¿no era nuestro aliado?– y se ha permitido decir que la corriente islámica “está basada en la sabiduría y es partidaria de la democracia”. No se ha quedado ahí y ha añadido que cuando “ellas (las mujeres) decidan, alcanzarán sus derechos”. Ese era el momento para que todas las mujeres se hubieran levantado y se hubieran marchado. Ese fue el momento en que Luisa Fernanda Rudi y Ana Palacio, entre otras, se tendrían que haber escondido. Pero con ellas todas las que se llaman feministas, esas las primeras. Si en algún momento su causa podría haber obtenido algún crédito, era entonces.

Con todo lo ocurrido, el gobierno español no ha hecho sino alentar la represión del régimen heredero de Jomeini. Jatamí volverá a su país cargado de razones, reconocido por una democracia como España.

El acto en el Ayuntamiento, habitual con todos los mandatarios que visitan Madrid, marcará la diferencia. Las concejalas se niegan al saludo protocolario. Hasta ahora, nuestras políticas, incluso la reina, han aparecido vestidas de negro. Mañana, quizás Jatamí se vuelva daltónico. Le ofrecerán un desayuno madrileño, ya saben: porras, churros y rosquillas, aunque no se sacará el botijo con aguardiente. No sería extraño que alguien tuviera la tentación de cambiar la costumbre de freír con aceite de oliva.

En España

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