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Thomas Sowell

El mejor sistema sanitario del mundo

En lo que respecta a los problemas en los que sí supone una gran diferencia la atención médica (las estadísticas de curación de cáncer, por ejemplo), los estadounidenses ocupan posiciones mucho mejores a las del resto de países.

Al igual que odio relatarles malas noticias pero he de hacerlo, también es mi deber divulgar hechos impactantes: atención médica sólo significa atención médica. Ni más ni menos. Esto podría no parecerles algo muy novedoso, pero contradice por completo lo que se está difundiendo por todos aquellos que defienden una "atención médica universal" en la medida en que muchos estadounidenses carecen de seguro médico.

Seguro médico no significa atención médida. De hecho, ni siquiera sanidad es lo mismo que atención médida. Los países con sanidad universal no tienen una atención médica mejor que Estados Unidos.

El meollo de la cuestión radica en la asistencia médica. Pero la retórica y los lemas giran en torno al seguro médico. Mucha gente que se podría permitir un seguro médico elige no tenerlo porque sabe que la atención médica de urgencias es gratuita, disponga de seguro o no.

Esto es especialmente cierto en el caso de los más jóvenes, que no se preocupan demasiado por los problemas médicos que van surgiendo conforme van madurando; saben que siempre pueden recibir atención por una pierna rota o un ataque de asma en una sala de urgencias. Esto puede no ser una decisión demasiado inteligente, pero al fin y al cabo es su decisión y no hay motivo para que el resto de la sociedad se lo prohíba por el hecho de considerarlas cuestionables.

Si usted no cree que los burócratas del gobierno pueden tomar decisiones cuestibles, entonces es que no se ha relacionado con muchos burócratas. Una cosa es tratar con los burócratas del Departamento de Tráfico cuando tiene tiempo y salud y otra muy distinta pelearse con los burócratas de un hospital cuando está tendido en una camilla sangrando o padeciendo un dolor extremo.

Las personas que depositan su fe en la "sanidad universal" demuestran un escaso interés en averiguar qué significa realmente esa fórmula en aquellos países donde ya existe, por ejemplo Gran Bretaña, Suecia o Canadá.

Para empezar, "sanidad universal" en estos países se equipara con meses de listas de espera para someterse a una operación a la que los estadounidenses tienen acceso en cuestión de semanas o incluso de días. También significa tener a su alcance sólo un pequeño porcentaje de las pruebas de resonancia que están disponibles en Estados Unidos. En Suecia se traduce no sólo en que los burócratas deciden qué medicinas va usted a pagar y cuáles no, sino en que se le impide adquirir medicinas más caras que las que oficiales, incluso con su propio dinero. Eso violaría "la igualdad", su mantra mágico.

Aquellos que piensan en términos de eslóganes en lugar de intentando comprender la realidad, exageran enormemente el dato de que algunos países con sanidad pública tienen una esperanza de vida superior a la de los Estados Unidos. Es entonces cuando hay que recordar la diferencia básica entre sanidad y atención médica. Atención médica es lo que el médico puede hacer por usted; sanidad incluye lo que sólo usted puede hacer (la dieta, el ejercicio y otros hábitos saludables).

Si un médico llega al lugar de un accidente y encuentra a un individuo al borde de la muerte a causa de sobredosis o de una puñalada en el corazón, puede que no tenga mucho más que hacer salvo levantar el cadáver.

En los problemas que tienen un tratamiento más largo (la obesidad, alcoholismo, colesterol, tabaquismo...), los médicos le pueden decir qué hacer, pero si usted no sigue sus consejos, no se producirá ninguna mejoría.

Los estadounidenses tienden a estar más obesos, consumir más drogas y ser más violentos que otras poblaciones del planeta. Nada de esto va a cambiar con la "sanidad universal" porque no se ve influido por la atención médica.

En lo que respecta a los problemas en los que sí supone una gran diferencia la atención médica (las estadísticas de curación de cáncer, por ejemplo), los estadounidenses ocupan posiciones mucho mejores a las del resto de países.

Nadie que compare la atención médica de este país con la de los restantes querrá cambiar de modelo. Pero aquellos a los que la realidad les resbala, no dudarán en ayudar a destruir la mejor atención médica del mundo al preferir un discurso político con nefastas consecuencias sociales y económicas.

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