Menú
Thomas Sowell

Farsa suprema (1)

Los dogmas raciales puede que hayan cambiado desde 1954, pero siguen siendo dogmas. Y los niños siguen siendo sacrificados en el altar de esos dogmas.

Sería más bien propio de una sátira humorística tener a un grupo de jueces sabiondos pronunciándose sobre lo que todo el mundo sabe que es una solemne estupidez. Pero no resulta ni de lejos tan divertido cuando esta solemne discusión sobre estupideces tiene lugar en el Tribunal Supremo de Estados Unidos y la mayoría de los estadounidenses no son conscientes de lo que hablan los eruditos jueces.

El asunto sobre el que el Alto Tribunal debe decidir es si las autoridades locales tienen o no el derecho legal a convertir la raza de los estudiantes en un factor decisivo a la hora de escoger la escuela a la que los asignan. El padre de un estudiante blanco se ha quejado porque no se le permite a su hijo asistir a una escuela cercana a su domicilio: ha sido asignado a una escuela distinta muy alejada de su hogar con el fin de crear el tipo de mezcla racial de estudiantes que las autoridades locales buscan en aras de fomentar "la diversidad".

Los que somos lo bastante mayores como para recordar el hito que supuso el veredicto del Tribunal Supremo en 1954 en el caso "Brown vs. Junta de Educación" no podemos sino ver en esto una dolorosa ironía. Dicho caso se inició porque no se permitía que una chica negra asistiera a la escuela más cercana a su casa, obligándola a asistir una escuela distinta mucho más alejada a causa de los dogmas raciales imperantes en aquélla época.

Los dogmas raciales puede que hayan cambiado desde 1954, pero siguen siendo dogmas. Y los niños siguen siendo sacrificados en el altar de esos dogmas.

Algunos de los ilustrados jueces están sopesando si existe un interés gubernamental "ineludible" o no en crear las ventajas educativas y sociales de la "diversidad" racial. Si es así, parece que debemos concluir que está bien hacerle hoy a los blancos lo que el Tribunal Supremo allá en 1954 dictaminaba que no podía hacerse a los negros, es decir, asignar a los niños a centros escolares en función de su raza.

¿Cuáles son esas ventajas "ineludibles" de "la diversidad"? Son tan invisibles como el traje nuevo del emperador. Aún así, todo el mundo tiene que simular creer en esas ventajas, igual que fingieron admirar el guardarropa del desnudo emperador.

No solamente no existen pruebas fehacientes de que mezclar en la escuela aunque sea por la fuerza a chicos blancos y negros produzca beneficios sociales o educativos, sino que ha habido un buen número de estudios sobre escuelas exclusivamente negras cuyos comportamientos educativos igualan o superan la media nacional, a pesar de que la mayor parte de las escuelas negras se encuentran muy por debajo de esa media.

Mi propio estudio sobre escuelas negras exitosas fue publicado hace treinta años en la publicación cuatrimestral The Public Interest. Desde entonces se han publicado otros estudios sobre escuelas similares por todo el país, realizados por la Heritage Foundation en Washington y por los académicos Abigail y Stephan Thernstrom, entre otros.

También ha habido escuelas chino-americanas que superaban las pautas nacionales. ¿Cómo han logrado tener éxito tales centros y alcanzar la excelencia sin la necesidad "ineludible" de una mezcla racial de los estudiantes?

Puesto desde otra perspectiva: ¿los niños negros transportados forzosamente en autobús a escuelas blancas han visto sus notas dispararse hacia la excelencia? No, ni siquiera después de décadas de transporte forzoso en autobús.

Algunos estudiantes negros –escuelas enteras de ellos en la práctica– han obtenido notas dramáticamente mejores que otros estudiantes negros y han superado con creces los baremos de las escuelas blancas. Pero este fenómeno es ignorado por completo, pese a remontarse nada menos que a 1899 e incluir una escuela de estudiantes exclusivamente negros a pocos pasos de la sede de Tribunal Supremo donde se declaró que eso era imposible allá por 1954.

¿Son excepcionales tales cosas? Sí. Pero los místicos beneficios de "la diversidad", por muy políticamente incorrecto que sea fingir que nos creemos sus bondades, son simplemente inexistentes. Los datos demuestran que los estudiantes de todas las razas pueden tanto tener éxito como suspender en escuelas racialmente mixtas o racialmente homogéneas.

La variante más reciente de la defensa de forzar una mezcla racial "diversa" consiste en argumentar que necesita haber una "masa crítica" de estudiantes negros en una escuela o centro universitario concreto para que éstos alcancen el estándar académico que se les exige. Pero lo cierto es que no sólo no existen pruebas firmes para sustentar este dogma, sino que las que hay señalan en la dirección contraria. Los chicos negros brillantes se han beneficiado de estar en clase con otros chicos brillantes, sin importar el color de éstos.

Todo esto lo ignoran en la suprema farsa del Tribunal Supremo.

En Internacional

    0
    comentarios