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Thomas Sowell

Lo peor del caso Duke

Al menos muchos izquierdistas se pueden permitir estas cruzadas sin sentido. Puede que terminen pareciendo idiotas, pero eso nunca les detuvo antes. Son los negros los mayores perdedores al ser arrastrados por estos engaños.

Es ya cada vez más obvio, incluso para quienes inicialmente se creyeron los cargos de "violación" contra los estudiantes de la Universidad de Duke, que nunca hubo ni un rastro de prueba que apoyase los cargos y que, en cambio, cada vez hay más evidencias de lo contrario.

Al margen de lo censurables que hayan sido las palabras y las acciones del Fiscal General Nifong a lo largo de todo este caso, sería un error reducir este indecente episodio a la vileza de un hombre. Lo más trágico del caso es lo que nos ha revelado sobre la degeneración de nuestro tiempo y la vacuidad de tantas personas en puestos "de responsabilidad" en medios de comunicación, instituciones académicas y entre aquellos negros tan consumidos por el resentimiento racial y la sed de venganza que están dispuestos a castigar a personas que no les han hecho nada y que no son culpables de ningún delito contra nadie.

Las prisas y la vehemencia con la que un número significativo de profesores de la Universidad de Duke tomaron parte públicamente contra los estudiantes en este caso es solamente una señal de lo profunda que discurre la podredumbre moral, incluso en nuestras instituciones más prestigiosas. El número del 29 de enero del Weekly Standard contiene un devastador artículo que describe la atmósfera de linchamiento que crearon, no solamente el claustro y la administración de la Universidad de Duke, sino también columnistas de publicaciones tan "respetables" como el New York Times o el Washington Post, por no mencionar a un profesor de Derecho de la Universidad del Sur de California y a un ex presidente de Princeton.

Nos hemos convertido en una sociedad que actúa con precipitación, incluso a partir de las declaraciones insustanciales, inconsistentes y mutuamente contradictorias de una mujer con antecedentes criminales. Todo lo que se necesita es algo que invoque la nueva Sagrada Trinidad del establishment de izquierdas: raza, clase y género. La historia de una mujer negra violada colectivamente por hombres blancos encaja tan bien en la retórica progre que gran parte de los medios no perdieron el tiempo intentando discernir lo que era cierto antes de subirse por las paredes.

Los mayores perdedores del presente caso "de violación" de Duke no son sólo los tres estudiantes acusados, sino también la comunidad negra, que una vez más ha seguido a un demagogo que supo cómo explotar sus emociones en su propio beneficio. Algunos de esos demagogos son blancos, como Nifong, pero también los hay negros como Al Sharpton o Jesse Jackson, que han prosperado enormemente disfrutando del calor de los focos al liderar a otros negros por un camino de resentimientos fútiles y contraproducentes.

La falsedad del caso de la "violación" de Duke debería ser una llamada de atención, tanto para negros como para progres, sobre lo fácilmente que las emociones pueden ser manipuladas por un demagogo de tercera clase con una estafa tan endeble. Ya va siendo hora de que algunos de los que se consideran a sí mismos como "personas con criterio" empiecen a ponerse a pensar de verdad.

Pero al menos muchos izquierdistas se pueden permitir estas cruzadas sin sentido. Puede que terminen pareciendo idiotas, pero eso nunca les detuvo antes. Son los negros los mayores perdedores al ser arrastrados por estos engaños, en especial los jóvenes que acaban inmersos en una espiral emocional que no les lleva a ninguna parte, en un momento de la vida en que podrían aprovechar tantas oportunidades en otras direcciones si dedicaran su tiempo y esfuerzos en esas direcciones a través de la educación y otros intereses serios.

Esta autodestructiva desviación de energías en los vecindarios negros no puede explicarse a través del "legado de la esclavitud" o "el racismo". Para empezar, no existía hace medio siglo, cuando el racismo era peor y la población negra se encontraba unas cuantas generaciones más cerca de la era de la esclavitud. Además, un patrón virtualmente idéntico de comportamientos autodestructivos se ha encontrado entre los británicos blancos de clase media-baja, que no pueden justificarlo en el racismo o la herencia de la esclavitud (véase Life at the Bottom, de Theodore Dalrymple).

Lo que las dos comunidades autodestructivas de ambas costas del Atlántico tienen en común es que escuchan una estricta dieta de propaganda que culpa a otros de todos sus problemas, y que retrata a una "sociedad" decidida a mantenerles sometidos, hagan lo que hagan para intentar ascender. El mismo mensaje letal ha dado lugar a los mismos trágicos resultados en personas muy diferentes. El falso caso de la violación de Duke es otra señal más de que ya va siendo el momento de que todos nosotros empecemos a pensar.

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