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Thomas Sowell

Los errores de Bush y los demócratas en Irak

El problema es que desear libertad para ti no es lo mismo que admitir que otros tengan la misma libertad que tú. Ese tipo de tolerancia no es la norma en Irak. Tampoco lo fue en la civilización occidental.

Nada es más fácil que criticar a posteriori las decisiones de otras personas, haciendo caso omiso a las limitaciones con las que se vieron obligados a tomar una opción: falta de información, la presión de las circunstancias y los peligros de tomar cursos de acción alternativos.

Americanos de todas las adscripciones políticas han cometido serios errores sobre Irak. Algunos han sido fallos de personas honorables, incluso equivocaciones que las personas honorables tienen más probabilidades de cometer. Otros, en cambio, han actuado con total deshonor y falta de honestidad, siendo el ejemplo reciente más vergonzoso el anuncio que llamaba mentiroso al general David Petraeus antes incluso de que hubiera dicho una sola palabra.

Justamente porque los demócratas del Congreso ya sabían que se habían realizado progresos tras el aumento de tropas en Irak –algunos de sus propios colegas habían estado allí y lo habían visto–, tenían que desacreditar al general Petraeus con el fin de evitar que el pueblo norteamericano se enterara. Al congresista demócrata James Clyburn se le entendió todo cuando admitió en un descuido que una victoria norteamericana en Irak sería "un verdadero quebradero de cabeza para nosotros" en las elecciones del año que viene. Ese es el motivo por el que un general que está jugándose la vida todos los días en primera línea en Irak y cuyos esfuerzos están teniendo como resultado un cierto éxito sea insultado por varios senadores de los Estados Unidos que lo llamaron mentiroso en la televisión y sea acusador de ser un traidor en un anuncio del New York Times.

¿Qué hay de los errores de la administración Bush? El libro Asaltado por la realidad, de John Agresto, basado en sus experiencias como consejero civil en Irak, deja dolorosamente claro que la tentativa de crear una democracia en Irak fue el mayor fracaso que tuvieron allí las buenas intenciones y la clave de una parte importante de todo lo que salió mal.

La idea era que las naciones democráticas no combaten entre sí ni patrocinan campañas terroristas contra otras. Por tanto, si pudiéramos crear una democracia en Irak, habríamos realizado una contribución histórica a la paz mundial implantando la primera democracia en el Oriente Próximo árabe. Con el tiempo, la expansión de la democracia por la región privaría con éxito a las organizaciones terroristas de las bases y el apoyo político que necesitan para causar estragos en las naciones occidentales.

Quizá el apoyo más firme a esta teoría ha venido de las acciones de los propios terroristas, que han inundado Irak de hombres, dinero y armamento y se han inmolado en atentados suicida con el fin de evitar que este proyecto tenga éxito. Sin embargo, como señala Agresto en Asaltado por la realidad, la democracia tiene requisitos previos, que no están presentes en todo el mundo y, desde luego, no en Irak.

De los diversos gobiernos que ha tenido Irak desde que se liquidara el régimen de Saddam Hussein, argumenta, el más eficaz fue el dirigido por las autoridades de la ocupación norteamericana y los peores los elegidos democráticamente por los iraquíes. Agresto lo explica en detalle.

El presidente Bush ha rechazado la idea de que algunos pueblos y culturas no están preparados para la democracia. Como prueba señala la enorme participación iraquí en las elecciones a pesar de las amenazas de los terroristas. Tanto él como sus partidarios aducen que todo el mundo quiere más libertad. El problema es que desear libertad para ti no es lo mismo que admitir que otros tengan la misma libertad que tú. Ese tipo de tolerancia no es la norma en Irak. Tampoco lo fue en la civilización occidental hasta que protestantes y católicos, después de luchar entre sí durante siglos, se dieron cuenta por fin de que ninguno podría exterminar al otro. Sunitas y chiítas aún no han llegado a una conclusión similar en Irak.

Agresto explica que la organización del Gobierno iraquí por parte de los norteamericanos sobre la base de grupos de interés en competencia ha hecho que la reconciliación sea más difícil, por no decir imposible. Recuerda que quienes fundaron los Estados Unidos organizaron el poder político en base al territorio, de modo que los arreglos mutuos entre personas con visiones distintas dentro de cada comunidad fueron un requisito necesario para alcanzar el poder.

Los recientes progresos en Irak se han debido, al parecer, a la movilización de los líderes y coaliciones iraquíes tradicionales a nivel local y regional, no a lo que pudiera hacer el Gobierno central elegido democráticamente. Puede que de eso se puedan sacar conclusiones.

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