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Tibor R. Machan

Críticas al libre mercado

Una frecuente crítica al mercado es que la producción de bienes responde a toda clase de demanda, no sólo la inteligente, sino también la trivial y la estúpida. Cuando los productores acuden al mercado de bienes y servicios, ellos responden a lo que el consumidor quiere comprar, sin tomar en cuenta si los consumidores seleccionan inteligentemente o no. Hay productores de pornografía, drogas adictivas, muebles feos y mal diseñados, arte vulgar, lo mismo que extraordinarios productos y excelentes servicios, tales como automóviles bien construidos, buenos restaurantes y obras de arte excepcionales.
 
Ante las llamadas “fallas del mercado”, a menudo se dice que el libre mercado fomenta la degradación humana, en lugar de la excelencia humana. Eso es parcialmente cierto, pero la gente libre no puede ser programada para actuar bien todo el tiempo. Lo que deciden hacer depende de ellos mismos.
 
El problema surge cuando se asume que limitando la libertad se pueden evitar esos problemas y que así se avanzará hacia una sociedad perfecta. Los que quieren remediar las fallas del mercado no son muy diferentes a todos los demás que en un mercado libre se comportan correctamente. Pero lo malo es que suelen estar en una posición de poder donde es mucho más fácil corromperse. Como decía Lord Acton: “el poder corrompe; el poder absoluto corrompe absolutamente”.
           
Nadie ha logrado demostrar que el gobierno es una institución superior y sabia, debido a lo cual debe dirigir nuestras vidas. Es cierto que el mercado ofrece cosas que no nos gustan, pero eso no quiere decir que se deba restringir. La gente hace cosas que no debiera hacer, pero esa misma gente no tiene la autoridad de imponernos lo malo, incluyendo sus ideas, a todos los demás. Si su comportamiento es desagradable, tienden a ser aislados o excluidos por aquellos que insisten en una buena conducta.
           
También es verdad que una talla, un color o un modelo no sirve para todos y lo que es considerado como un buen producto o servicio por algunos puede ser rechazado por otros. Por ejemplo, muebles baratos y poco cómodos pueden ser aceptables para un estudiante universitario tratando de gastar lo menos posible, pero no para un adulto con familia. Cuadros de Goya y Velázquez pueden ser comprados por multimillonarios, pero las familias comunes y corrientes se contentarán con una bonita acuarela o un grabado. Un yate puede ser la diversión de una pareja rica, mientras que una pareja pobre disfrutará inmensamente su canoa.
           
Es el libre mercado lo que ofrece tal diversidad, pero los gustos y valores de la gente no serán los mismos dada la hermosa individualidad del ser humano. Todos los días ocurren cosas negativas en el libre mercado, pero esa son las excepciones. Lo verdaderamente horrible y negativo ocurre cuando alguien logra el poder de imponernos a todos los demás lo que él cree que es más conveniente y procede a utilizar la fuerza para lograrlo.
 
© AIPE  
 
Tibor R. Machan es profesor de Chapman University y académico asociado del Cato Institute.
 

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