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Tomás Cuesta

Com que ningú diu res… La Cataluña del silencio

Hoy por hoy, el vendaval secesionista ha obrado el milagro de que los ciegos vean, de que los sordos oigan y de que los mudos hablen.

Hoy por hoy, el vendaval secesionista ha obrado el milagro de que los ciegos vean, de que los sordos oigan y de que los mudos hablen.
Jordi Pujol y su esposa Marta Ferrusola durante el desafío del 9-N | EFE

Entonces el periodismo era otra cosa y la tropilla de reporteros estivales que espigábamos negritas en la Costa Brava (negritas tipográficas, se entiende) debíamos cumplimentar el rito inexcusable de acudir al encuentro de Pujol cuando, ya casi vencido agosto, se instalaba en Queralbs, un diminuto enclave en la gigantomaquia pirenaica. Los representantes de la prensa vernácula acostumbraban a salir de marcha con el Molt Honorable y era cosa de ver el risueño entusiasmo con que se colocaban a rebufo del líder carismático para ir triscando de consuno por riscos y quebradas. ¿Habrá que decir, acaso, que quienes mejor se colocaban acabarían, con el tiempo, óptimamente colocados? Un servidor de ustedes, que al cabo era un extraño, nunca tuvo esa chance. Es más, el president, a cada cual lo suyo, marcaba las distancias y luego de echar el bofe en la montaña mágica se aflojaba las botas (jamás llegó a quitárselas) e iba directamente al llano.

-¿Qué? ¿Cómo pintan las cosas en Madrid?

-Igual de mal que siempre, aunque, a decir verdad, empeorando: corruptelas, chanchullos, arbitrariedades...

-Quite, hombre, quite; déjese de chorradas. A ver si se ha creído que lo que estoy pidiendo es que me haga un resumen de lo que sale en los diarios.

Y Jordi Pujol, sentado en un sofá del chalecito cursi y mesocrático, fija en su interlocutor una mirada que crepita tras el feroz tartamudeo de los párpados y se relame tal que un gato ante la jaula del canario.

-¿Es cierto que fulano es un mariposón insaciable y que se tima en el despacho con un subsecretario? ¿Y qué me cuenta usted del lío de menganita con zutano? O con zutanos, por lo visto. Y también con zutanas. Endavant, jove, endavant: cuente y no acabe.

Entonces el periodismo era otra cosa y a un servidor de ustedes, al tribulete atribulado, no le quedaba más remedio que ejercer de portera si es que no quería perder por goleada. Dar pábulo al rumor, apuntalar los chismes, emparejar al pecador con el pecado. Si colaba, colaba, se non è vero è ben trovato. Y así hasta que llegó un momento, ya al borde del empacho, en que el cotilla impenitente, en pleno arrebato ecuánime, reconoció que, a fin de cuentas, en todas partes cuecen habas.

-A Catalunya passa el mateix, però, com que ningú diu res, tot queda a casa…

Hay anécdotas que son más elocuentes que las lucubraciones categóricas de los sociólogos de guardia. Y la del Padre Ubú chismoso y perdulario que picotea menudillos en su nido de águilas explica lo que ha ocurrido en Cataluña durante treinta y cinco años de silencio a mansalva. Com que ningú diu res, tot queda a casa. Como nadie, en efecto, alzó la voz en ese albañal hediondo que tildaban de oasis, el régimen se alzó a sus anchas primero con el santo y acto seguido con la pasta. El proceso, el procés, no tiene misterio alguno, no es un enigma irresoluble, ni un intrincado abracadabra. El libro de instrucciones del sentimentalismo nacional funciona en el sur de Europa igual que en los Balcanes y nadie, a estas alturas, puede hacerse de nuevas ni argüir, en su descargo, que no se les puso en guardia.

Lo sorprendente es que, hoy por hoy, en el último asalto, el vendaval secesionista haya obrado el milagro de que los ciegos vean, de que los sordos oigan y de que los mudos hablen. ¿Tarde? De aquí al domingo consuélense pensando que aunque el país se vaya al traste siempre nos quedará "Salvados".

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