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Vicente Azpitarte

El Bernabéu pitó más al Madrid que a Piqué

El Real Madrid empezó a perder el encuentro cuando conocimos que Casemiro se quedaba en el banquillo.

El Real Madrid empezó a perder el encuentro cuando conocimos que Casemiro se quedaba en el banquillo.
La afición blanca se vuelve contra su equipo | LD

Tras el partido frente al Granada en el Santiago Bernabéu, Rafa Benítez reconoció en rueda de prensa que "habían tenido problemas en la salida del balón". En la siguiente jornada, en San Mamés, Casemiro se incrustó en el centro del campo otorgando salida con dos jugadores escoltando al brasileño: Kroos y Kovacic (¿Qué fue de él?). Desde aquel encuentro, el trivote fue santo y seña del Madrid y Casemiro se convirtió, junto a Keylor, en el mejor jugador del Madrid en esta temporada.

Una hora antes de arrancar el partido frente al Barcelona conocíamos la alineación y veíamos un conjunto de estrellas que hacían del Madrid casi una selección mundial. Valiente disposición de un técnico que quizá quiso desmarcarse de la acusación constante de defensivo. Sin embargo, el que acabó encontrando el desmarque perfecto fue Sergi Roberto, que en el primer gol y apareciendo justo por la posición del campo que hubiera ocupado Casemiro, destrozó los sueños blancos. Benítez no contó con Casemiro y perdió toda posibilidad de luchar por el centro del campo. El Madrid necesitó más trabajo en la sala de máquinas y menos lustre en cubierta.

Los blancos bajaron los brazos y mostraron una incapacidad enorme para construir en ataque, acelerando los pensamientos y dejando poco a poco atrás unas piernas que fueron fallando por la falta de trabajo físico y por los golpes continuos del equipo blaugrana. Y es ahí cuando los pitos que antes atronaban en la cabeza de Piqué al tocar cada balón, se convirtieron en el gran estilete de la grada contra su equipo.

El Bernabéu quiere que su equipo compita y con este gran Barcelona como oponente no lo hizo. La grada blanca quiere que sus estrellas lo dejen todo, se desfonden y frente a los blaugranas no ocurrió eso. Pero sobre todo, la afición merengue quiere que su entrenador tenga las ideas claras y frente al equipo de Luis Enrique, vimos a un Madrid timorato, sin sangre, sin capacidad de atacar ni defender. Un Madrid hecho añicos.

Y todo esto sin que el Madrid recibiera una manita y sin que cerrara la goleada Piqué, porque de producirse esa situación, ni los 2.500 efectivos de seguridad que blindaron el Bernabéu hubieran podido aplacar a la afición blanca.

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