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Vicente Azpitarte

El Real Madrid venció a gigantes, mitos y leyendas

Los blancos vencieron a pesar de las críticas de un sector del madridismo y de sus ancestrales enemigos.

Los blancos vencieron a pesar de las críticas de un sector del madridismo y de sus ancestrales enemigos.
Zidane es manteado por los suyos tras ganar la Liga | EFE

Aunque no recuerdo dónde, pero este fin de semana leía que uno de cada tres españoles se considera aficionado al Real Madrid. Evidentemente se infiere que dos tercios de nuestro país no apoya a los blancos pero el dato no es tan simple porque cuando el Barça gana sí que se alegra más de la mitad del conjunto, aunque no se consideren barcelonistas y sin embargo, cuando lo hace el Madrid, no se observa la alegría ni en ese 33%. Ganar una Liga es dificilísimo y viendo cómo le ha ido a los de Chamartín en las últimas Champions, casi parece más difícil ganar la competición doméstica que la continental. Pero los blancos tienen un problema en sus entrañas.

No es casual que en esta exitosísima temporada los de Zidane hayan obtenido más puntos lejos del Bernabéu que en su propia casa. El nivel de exigencia de los aficionados blancos ha llegado a límites complicados de soportar en el fútbol moderno donde cada detalle cuenta. No es normal que el Real Madrid tenga que visitar calderas en contra y recibir a rivales con parte de su afición silbando. Difíciles de olvidar serán los lamentos del mejor jugador en la historia del Real Madrid quejándose amargamente de los pitos que recibe en su propia casa.

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De ahí que esta plantilla haya disfrutado mucho más con cada kilómetro de distancia que sin arropar en casa. Cristiano aguantó la presión pero otros no, y así Danilo, Coentrao y otros, recuperados magistralmente para la causa por Zidane, sienten niveles de ansiedad destacables cuando juegan en el Bernabéu y se divierten y ayudan cuando juegan lejos.

Por mucho que cierto sector mediático se empeñe, la temporada de los de Zidane ha sido brillante. No sólo se batió el récord de partidos invictos o se ganó el mundial de clubes además de la Supercopa de Europa, también ha conseguido dos hitos más que quedarán para la historia del fútbol: el equipo que marca siempre (ya van 64 partidos consecutivos anotando) y que asegura tres goles fuera de casa de media. Impresionante. Y todavía queda el partido más importante del año.

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Cuando Messi tomó el Bernabéu con su gol postrero y se sacó la camiseta para decir "aquí estoy yo", el Madrid pareció noqueado. Muchos le otorgaron ya el Balón de Oro al argentino y le entregaron el título de Liga a Piqué. Probablemente el Barça haya puesto ese trofeo en su museo pero el caso es que no lo ha ganado. Y eso a pesar de datos objetivos arbitrales que demuestran que ocurren cosas muy raras y su objetividad radica en datos acumulativos: la cifras de expulsiones en contra y penaltis a favor son clamorosas. Esos detalles sí que pueden marcar una Liga.

Sin embargo, el método Zidane se ha impuesto. Aquel entrenador del que dijeron que no era capaz de ganar a La Roda en Segunda B pero que había ganado su primera Champions antes de realizar su primera pretemporada, ha dejado a la altura del betún a Paco Jémez, a Guardiola, a Simeone y hasta a sus maestros Mourinho y Ancelotti. El francés ha dado sentido al término rotaciones y ha conseguido explotar al máximo a una plantilla hasta convertirla en la mejor del mundo.

Zidane gana títulos y revaloriza su plantilla, ¿Qué más se le puede pedir a un entrenador? Que además su equipo sepa jugar al fútbol, pues lo ha conseguido. Su idea de alta presión para recuperar el mando, laterales convertidos en extremos, velocidad y más de 20 ocasiones de gol por partido, han hecho de este Real Madrid el equipo que mejor fútbol ha desplegado en Europa este año. Aunque algunos se rasgaran las vestiduras por no golear al Sporting de Gijón en el Bernabéu.

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Las rotaciones han permitido destacar dos cuestiones importantes. La primera es que esta liga tendrá un asterisco: "liga ganada por los Asensio, Nacho, Lucas, Morata e Isco". La quinta de Marco lideró al equipo allá donde se pierden habitualmente las ligas. Ipurua, el Molinón, Butarque, Riazor o Granada, destinos a los que el Real Madrid viajaba para defenestrarse pero que este año terminaron en goleadas blancas. La segunda es el ridículo antológico que hizo Pepe Mel asegurando tras los seis goles que le endosó el equipo de Zidane que "es más difícil jugar contra el equipo B". Todavía no ha respondido el técnico a importantes cuestiones como a quién ficharía si tuviera un cheque en blanco: a Carvajal o a Danilo; a Modric o a Kovacic; a Kroos o a James; a Varane o a Nacho. Mel avivó un estéril debate que sólo buscaba faltar el respeto a los jugadores que han ganado dos de las últimas tres Champions y debilitar a los blancos. Mensaje comprado, evidentemente, por ese sector mediático que se levanta cada mañana sabiendo que su modus vivendi pasa por la crítica al Real Madrid. Es lícito, pero claro, a veces quedan retratados.

Como mal han quedado comentaristas, analistas, narradores y voceros en general, cuya bilis ha inundado muchas retransmisiones. Todo ello en un año en el que acuñamos el término "propaganda tecnológica" para demostrar que allá donde expoliaban arbitralmente al Real Madrid, siempre se podía vender lo contrario. Así hemos visto: líneas rectas que no eran tan rectas, baúles donde guardar repeticiones esclarecedoras, novedades tecnológicas que hacían ver penaltis donde nos lo hubo e incluso reglamentos que se aplicaban a partir del minuto 5.

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Antimadridistas de cuna que se enfundaban la chaqueta de la objetividad para dar clases durante cada retransmisión o exmadridistas reconvertidos al antimadridismo por no cobrar latisueldos de Florentino Pérez. Todos ellos esperan ya a que venga Xavi Hernández desde el emirato de la ignominia para adoctrinarnos a todos. Mientras tendrán que ver las celebraciones del Madrid en Cibeles. Porque a pesar de que muchos piensen que esto va de sentimientos o de valores, esto va de ganar. Ya sé que muchos no lo pueden entender, pero esto no va de torear, ni de bailar o cantar. El fútbol es victoria y derrota y en la primera, el Madrid es campeón.

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